martes, 24 de enero de 2012

Derechos humanos y defensa de la tiranía capitalista


(A propósito de un artículo del abogado Rónald Gamarra)

José Ramos Bosmediano, profesor

 

Estoy en Contamana, capital de la provincia de Ucayali, en la región Loreto, como ponente en un Seminario Pedagógico organizado por el sindicato de maestros de la provincia, el SUTE provincial Ucayali.  En el tema relacionado con las escuelas y corrientes pedagógicas contemporáneas, se debió de aludir, al analizar la Escuela Pragmatista y su antihumanismo que se ha presentando con mayor crudeza con las reformas educativas neoliberales, al asunto del Estado capitalista neoliberal y su dictadura abierta (caso Pinochet en Chile) o camuflada de gobiernos civiles (caso fujimontesinismo en el Perú), regímenes, precisamente que impusieron en su país la reforma educativa neoliberal en el marco del Consenso de Washington (ajustes estructurales neoliberales).  Uno de los maestros asistentes, al intervenir, me preguntó por qué se considera que el gobierno venezolano presidido por el Comandante Hugo Chávez es una dictadura autoritaria.  De inmediato me vino a la memoria un artículo reciente del abogado peruano Rónald Gamarra, publicado en su habitual columna del diario La República de Lima (domingo 15/01/2012, p. 8), texto que incluí entre mis papeles que introduje en mi maletín de viaje, felizmente, y que he vuelto a leer.

El señor Rónald Gamarra es uno de los defensores de los derechos humanos de las víctimas de la violencia terrorista de los 12 años de la más reciente confrontación armada en el Perú (1980 – 1992) en su etapa más sangrienta; pero también de otros casos de derechos humanos que en el Perú no se respetan, como la discriminación, las violaciones de niños y niñas, etc.  En esta actuación, este abogado se viene enfrentando a los neoliberales más conservadores del país, a quienes se refiere, al concluir su artículo como "la derecha cavernaria intolerante y racista, que tampoco cree en la democracia ni en los derechos humanos, practicante inveterada del saqueo del Estado, como es el fujimorismo".  

Derechos humanos y la cuestión del poder del Estado

El final del artículo del abogado Gamarra podría ser firmado por todos aquellos que buscamos construir una sociedad justa donde todos los derechos humanos sean respetados, partiendo de la creación de condiciones económicas y sociales que hagan posible la realización de esos derechos: alimentación, educación, salud, vivienda, recreación, igualdad de oportunidades para todos. Para crear esas condiciones, solo hay dos posibilidades: o se persiste en el actual Estado capitalista que, como se sabe, crea mayores desigualdades entre pobres y ricos; o bien se lucha por cambiar este Estado y crear otro diferente, el Estado socialista.  Es decir, o se sigue defendiendo el capitalismo o se lucha por el socialismo.  Ergo, o nos quedamos con este Estado o buscamos la construcción de otro.  Una tercera vía, es, como dejó sentado José Carlos Mariátegui, una mera ilusión que ahora en Europa está demostrando su falencia ideológica y política.

Si se lee bien el texto de Gamarra, su contenido se sustenta en el principio de la inamovilidad del Estado capitalista, pues al mencionar los actos "terroríficos" de Lenin, Mao tse-tung, Lenin, Kim Il Son y el gobierno presidido por su hijo Kim Son Il, Fidel Castro y ahora Raúl Castro, Hoxa de Albania, de Ortega en Nicaragua y de Hugo Chávez en Venezuela, salta a la garrocha la lucha de los pueblos por derrotar a las fuerzas opresoras de la mayoría, fundar y defender el nuevo Estado.  Pero en su propia argumentación no aparecen los gobiernos de los estados capitalistas con su máquina opresora y represiva, como es el caso del actual Estado capitalista norteamericano, cuya posesión ilegal y hasta criminal (como cárcel de torturas) de la isla Guantánamo (parte del territorio de Cuba) es, para ciertos opinantes y políticos, apenas un mero accidente de la geopolítica mundial.

Los calificativos de Gamarra contra los jefes revolucionarios que lograron iniciar la construcción del socialismo derrotando a las fuerzas más reaccionarias en su respectivo país, son no solamente infundados (denominar a Lenin "tan radical y despiadado"), sino alejados del contexto de la lucha de clases en cada situación concreta donde las masas revolucionarias debieron de actuar para impedir que la clase opresora derrotada recupere el poder.  Con esta lógica de la "piedad histórica" no hubiese triunfado ni la revolución inglesa contra el poder feudal de Juan sin Tierra, ni mucho menos la misma revolución francesa de 1789, cumbre y modelo de revolución burguesa triunfante en el plano mundial, con todos sus "horrores" de la guillotina, del asalto a los bienes de la Iglesia Católica y Palacios de la Nobleza, el asalto de la Bastilla por los obreros, campesinos y desheredados de París.  Se trataba de la toma del poder del Estado para fundar otro Estado.  Y no hubo en aquellos "horrores" la orden expresa de los dirigentes revolucionarios, salvo la imposición de la guillotina por los jacobinos dirigidos por Maximiliano Robespierre.  La lógica de una revolución, cuando es auténtica, supone hechos incontrolados, por lo cual Mariátegui llegó a decir que si la revolución suponía derramamiento de sangre, él la aceptaba de esa manera, aun cuando lo ideal sería no derramar ni una gota de sangre.  Pero la historia demuestra que lo de arriba no están dispuestos a compartir su poder ni su riqueza con los de abajo por voluntad propia,  mucho más en el sistema capitalista, salvo la distribución de "ayudas" como migajas para demostrar su filantropía, como viene haciendo la Newmont – Yanacocha para "convencer" al pueblo que es una empresa "responsable" y "quiere el desarrollo de Cajamarca y del país".

Gamarra se une a toda la reacción cuando califica de tiranos a todos los que han dirigido movimientos revolucionarios y hoy siguen luchando para mantener el poder frente a las ambiciones de los capitalistas de recuperar sus privilegios perdidos;  pero estoy seguro que no llamaría tiranos a los presidentes norteamericanos que empaparan de sangre Vietnam, o invadieron numerosos países latinoamericanos o que están interviniendo bélicamente en los países árabes.  No son tiranos, ni dictadores.  Por eso, con excepción del párrafo final que hemos citado, su artículo puede ser firmado hasta por los fujimoristas.  Su concepción del Estado y del socialismo, desde fuera del socialismo por supuesto, es gaseosa, al margen de la lucha por el poder entre clases oprimidas y clases opresoras. Con sus distorsiones de la historia de las revoluciones (los dictadores romanos atribuían a los esclavos dirigidos por Espartaco las mismas atrocidades que ellos cometían contra estos en siglos de dominación esclavista), Sendero Luminoso, ese aborto terrorista de la lucha revolucionaria en el Perú, no se diferenciaría de Mao, ni de Lenin, ni de Fidel Castro y el Che Guevara.

El caso de Venezuela y el proceso bolivariano

Lo que hoy es la lucha por la construcción del socialismo en Venezuela, no es un hecho que se ha iniciado en las "malévolas" intenciones del Comandante Hugo Chávez para sojuzgar  al pueblo   venezolano; ni sus iniciativas son "erráticas y contraproducentes para Venezuela", como afirma, subjetivamente, el abogado Gamarra. 

Resulta que Venezuela, durante toda la década de los años 80, era un país totalmente destrozado por una oligarquía que entregó la riqueza fundamental de ese país, el petróleo, a las empresas imperialistas, imperando un sistema social profundamente desigual, con grandes masas de pobres arrinconadas.  Hasta que llegó el "caracazo" de esa década, una rebelión espontánea de las masas empobrecidas y hambrientas.  Esa situación condujo a un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas, entre los cuales estaba el entonces alférez Hugo Chávez,  a reflexionar sobre la posibilidad de cambiar el rol de esa Fuerza Armada, de defensora de ese orden injusto en manos de la burguesía y de los terratenientes, en una institución al servicio de la patria y del pueblo.

Desde ese grupo inicial se desarrolló una tendencia progresista que derivó en el fallido golpe de Estado de 1992 que tuvo a Hugo Chávez en su impulsor y dirigente principal.  Para la burguesía y los terratenientes venezolanos, incluso para los gobernantes de los Estados Unidos, era uno de esos golpes militares de la vieja tradición militarista en América Latina, por lo que la amnistía otorgada a los "golpistas" fue la salida política del régimen oligárquico, como ocurrió también con el exilio de Fidel Castro en Méjico permitida por el régimen batistiano, desde donde este revolucionario preparó la acción revolucionaria que triunfó en 1959.

La estrategia posterior del Comandante Hugo Chávez, que le permitió ganar la presidencia de la república en 1999 con un programa que ponía por delante la independencia del país como base para producir cambios estructurales, progreso y justicia social, dejó descuadrada a la derecha en su conjunto.  Mucho más cuando perfiló la posibilidad de sentar las bases para el socialismo, que se comenzó a denominar "socialismo del siglo XXI", discutible en su denominación pero que orienta una tendencia correcta frente al capitalismo depredador del mundo de de hoy.

¿Cómo reaccionó la derecha electoralmente derrotada?  Tratando de recuperar el poder del Estado mediante un golpe patrocinado por Estados Unidos, por sus gobernantes "democráticos" y no "dictatoriales", golpe que impuso un presidente fantoche que solo duró unas horas, pues las Fuerzas Armadas restituyeron al verdadero gobernante.

Lo que el gobierno venezolano presidido por el Comandante Hugo Chávez está realizando no tiene nada de "horroroso".  El programa que desarrolla ha permitido a Venezuela nacionalizar gran parte de la explotación de sus recursos naturales, expropiar las inmensas tierras ociosas que los terratenientes burgueses han seguido manteniendo bajo su propiedad, tierra convertidas hoy en centros de producción ganadera y alimentos vegetales por los campesinos individuales y en cooperativas, con el apoyo tecnológico y crediticio que la derecha nunca les dio; se está dando un proceso de industrialización del país, se ha eliminado el analfabetismo, se ha universalizado los servicios de la salud y la educación, se ha disminuido el índice inflacionario  en comparación con el del promedio de la década de los 80 y 90.  Quiénes han salido perdiendo con el proceso actual son los capitalistas nacionales y extranjeros, pero sin dejar de ser tales, pues siguen siendo, hasta hoy, los ricos de Venezuela, pero ya no con la opulencia que les permitía negar a la mayoría del pueblo sus derechos, empezando por el derecho a un mejor salario, una educación y salud gratuitas, el derecho a la vivienda que hoy se va convirtiendo en una realidad en proceso de avance.  Que hay errores, por supuesto que sí, pues las decisiones no se producen en terreno político baldío, sino atravesado por contradictorios intereses económicos y políticos.  Téngase en cuenta que el gobierno venezolano actual no ha procedido a expropiar totalmente a la clase poseedora de gran parte de los medios de producción.  Es una transformación en el marco de una democracia liberal que avanza a convertirse en una democracia popular y socialista.  La permanente provocación de la derecha y su soporte exterior imperialista sí podría llevar a esa situación.

La oligarquía derrotada políticamente no soporta que sus privilegios hayan sido recortados en parcialmente.  Su sagrada "libertad de prensa", dicen, ha sido vulnerada porque ya no pueden seguir engañando al pueblo con toda la desfachatez de antaño, pero sus medios siguen siendo rentables a su favor, que es lo que les interesa.  El Estado bolivariano tiene hoy medios de prensa de gran calidad informativa, donde la cultura juega un papel importante y a través de la cual el gobierno orienta a la población.  La derecha, al perder parte de su credibilidad, presiona a nivel internacional para que el gobierno venezolano sea "juzgado" como "dictadura". 

Si Hugo Chávez es un dictador y un tirano, entonces lo son también quienes gobiernan con decretos de urgencia y con decenas de decretos leyes que se promulgan sin consultar a nadie,  como los del señor Alan García en el 2008 cuando pretendió vender las tierras de la Amazonía peruana.

Contamana, Loreto, 19 de enero del 2012

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Los frentes de defensa y la unidad popular en el Perú.

Los frentes de defensa y la unidad popular en el Perú:

El FDAC y la defensa del agua, la vida y el medio ambiente en Cajamarca

Por: José Ramos Bosmediano.

En solidaridad con Élmer Campos, valiente defensor de la vida, el agua y la dignidad de su pueblo, Cajamarca, cuya vida está en peligro, herido de bala por las fuerzas represivas del gobierno del Presidente Ollanta Humala Tasso el 27 de diciembre del 2011. Solidaridad con los dirigentes del FDAC y del pueblo cajamarquino en lucha.

El 6 y 7 de enero del 2012 se realizaron en la ciudad de Lima dos actividades populares de especial significación para la lucha actual del pueblo de Cajamarca contra el depredador proyecto Conga de la minera transnacional Newmont-Yanacocha. El del día 6 consistió en la exposición y diálogo sobre los argumentos que justifican el rechazo al mencionado proyecto, exposición a cargo del Dr. Wilfredo Saavedra Marreros, Presidente del Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca (FDAC), y del Profesor Jorge Spelucín, Presidente del Frente de Defensa de la Provincia de San Marcos. El día 7 se realizó una reunión más específica para tomar acuerdos conducentes a la realización de una marcha nacional en defensa de la vida y del agua, desde las provincias a la capital de la República. En ambas reuniones estuvieron representantes de colectivos populares, fuerzas políticas de Lima y personalidades que apoyan esa gran lucha popular. La reunión del día 7 determinó que la marcha nacional se realizará desde el día 01 hasta el 10 de febrero, cuya organización está a cargo del Comité Promotor elegido en el evento.

El evento del día 7 concentró su atención en la organización de la marcha propuesta por el FDAC y asumida por las organizaciones populares, tanto campesinas como urbanas; mientras que el certamen del 6 fue un verdadero y fervoroso intercambio de ideas y propuestas sobre la necesidad de fortalecer y expandir la lucha del pueblo de Cajamarca, así como sobre la vigencia de los frentes de defensa como una de las alternativas organizativas y de lucha frente al modelo neoliberal que el actual gobierno, siguiendo los pasos del fujimontesinismo, del toledismo y del gobierno aprista, ha decidido aplicar. Tal es la motivación fundamental del presente texto.


Primera victoria popular de Cajamarca: la paralización del Proyecto Conga

La exposición de los dirigentes del FDAC, tan objetiva como fervorosa en defensa de la intangibilidad de la cabecera de cuenca con todos sus elementos que le convierten en un todo natural y necesario para la vida presente y futura de ese heroico pueblo, ha demostrado que la lucha emprendida por el FDAC ha obligado al gobierno a paralizar la operación de la transnacional en la mencionada cabecera de cuenca, aun cuando la empresa ya había paralizado sus actividades frente a la presencia del pueblo en ese escenario apetecido por los insaciables intereses capitalistas extranjeros y nacionales.

La caída del Gabinete Lérner debe entenderse también en el marco de la lucha del pueblo de Cajamarca, como el desenlace final de las contradicciones al interior del gobierno de Gana Perú, entre posiciones moderadamente antineoliberales y las defendidas por toda la derecha que perdió las elecciones de junio del 2011, derecha de radical esencia neoliberal que hoy ha impuesto un Gabinete ciertamente coherente con el programa del fujimontesinismo, encabezado por uno de los más fervientes portadores de las ideas del "orden" armado, cuya apología hizo el propio Presidente Humala al invocar la vieja y conservadora tesis del tutelaje militar de la patria. Este recambio gubernamental no se hubiera producido en el momento y en la forma como se dio sin la presencia de la lucha contra el Proyecto Conga, con un gran parecido con el cambio del Gabinete del gobierno aprista a raíz de la lucha indígena contra el proyecto de venta de las tierras de la Amazonía peruana.

En el caso actual de la lucha del pueblo de Cajamarca, esta primera victoria, parcial aún por cierto, es el producto de la unidad de un pueblo organizado en torno al FDAC con la concurrencia de sus autoridades municipales y regionales, cuyas atribuciones y competencias colisionan con la presencia omnímoda de la transnacional que, para justificar sus privilegios, se convierte también en promotora directa de obras públicas, competencia que le corresponde al Estado en sus instancias nacional, regionales y locales. Como no paga los impuestos que debe pagar, usa una parte pequeña de sus ingentes ganancias para realizar "obras de desarrollo" en algunos pueblos.

El propio gobierno, sin respetar las competencias del gobierno regional de Cajamarca, bajo la presión de lucha popular, ha decidido realizar obras públicas que no estaban previstas, buscando así el apoyo de ese pueblo. Se trata, evidentemente, de una respuesta gubernamental no solo desesperada, sino demagógica y de intromisión en los fueros del gobierno regional y de los gobiernos municipales.


La vigencia de los frentes de defensa

La noche del 6 se manifestó colectivamente, entre otras afirmaciones, la convicción del papel y la vigencia de los frentes de defensa, pues el FDAC y sus bases provinciales fueron percibidos y definidos como un modelo de trabajo popular de frente único en torno a los problemas de interés general, como es, en el caso de Cajamarca, la defensa del derecho humano al agua para el consumo humano y para las actividades económicas ligadas directamente a la vida de los pueblos.

Cabe traer, desde fines de los años 60 y principios de los 70 del siglo XX, el inicio y desarrollo de los FEDIP en casi todas las ciudades del país, en los que se unían las organizaciones obreras, campesinas, estudiantiles, magisteriales, barriales, artísticas, como organizaciones democráticas de frente único para luchar por objetivos comunes. En esos momentos la lucha antidictatorial tuvo, en los frentes de defensa, uno de sus instrumentos más eficaces para unir al pueblo en torno a un programa común que expresaba las aspiraciones reivindicativas y democráticas de las masas. Eran una expresión del poder popular, de organización, deliberación y decisión.

No es casual que todos los gobiernos de los últimos 40 años hayan declarado su rechazo a los frentes de defensa, aun cuando se vieron obligados, en determinados momentos, conversar con los dirigentes para atender los problemas planteados, haciendo algunas concesiones al pueblo.

El rechazo de los gobernantes de turno a los frentes de defensa refleja el carácter antidemocrático de las clases dominantes y de sus instituciones estatales, su miedo al pueblo organizado, utilizando argumentos falaces como los que hoy esgrime el militar-empresario Óscar Valdez, el Premier ad hoc que ha designado el Presidente Humala, como decir que Wilfredo Saavedra carece de representatividad para el diálogo porque "no ha sido elegido por voto popular", argumento que también esgrimen ciertos periodistas, como es el caso de la conservadora neoliberal Rosa María Palacios desde el diario La República de Lima.

En la ya larga lucha de los frentes de defensa no pocos pueblos lograron conquistar los derechos al agua potable, a la luz eléctrica, a la educación básica y superior, a la posesión y propiedad de la tierra para su vivienda, al cambio de autoridades corruptas y abusivas, a centros de salud, carreteras y hasta la administración de justicia.

Pero no solamente los gobernantes se oponen a los frentes de defensa. También sectores progresistas ven en los frentes de defensa, equivocadamente, organizaciones paralelas a los sindicatos, sin tener en cuenta que en un país como el Perú, hay sectores oprimidos no solamente asalariados, sino campesinos, indígenas, profesionales y artistas, poblaciones urbanas que luchan por reivindicaciones comunes a los demás sectores, como son los derechos a la educación pública gratuita, la salud, el trabajo, los derechos ambientales. Considerar que bastan los sindicatos para unir a las más amplias masas del pueblo es un error o, en el peor de los casos, un celo de hegemonía en el campo popular. Fue esta concepción la que jugó un papel decisivo para que fracasara, a fines de la década de los 80 del siglo pasado, la Asamblea Nacional Popular que organizamos con 3500 delegados venidos de todo el país y que tuvo como sede fundacional Villa El Salvador (Lima).


El FDAC y su papel hoy

¿Por qué el FDAC concita hoy la atención de un sector importante del pueblo peruano, incluso a nivel mundial, a tal punto que Wilfredo Saavedra ha sido invitado a un Foro en Brasil? La respuesta es sencilla: este frente ha asumido un problema, el del agua, fundamental para el país, Sudamérica y el mundo frente no solamente a la voracidad de las transnacionales mineras, sino a la ambición de las transnacionales que tienen en su agenda tomar el agua dulce como un bien de su propiedad para comercializarla a nivel internacional, proyecto en el cual la Amazonía continental está en la mira.

Sin desmerecer la lucha de los numerosos frentes de defensa que vienen luchando por reivindicaciones similares, la del FDAC tiene la particularidad de su enfrentamiento al problema integral de la minería: no sólo que se declare la inviabilidad del Proyecto Conga (¡Conga no va!), sino también la necesidad urgente de la zonificación territorial para clasificar adecuadamente las actividades económicas en función de la preservación del medio ambiente y, sobre todo, del agua como elemento que garantiza la vida humana y las actividades directamente relacionadas con la supervivencia del hombre en cualquier lugar del mundo. Esta visión ha sido brillantemente expuesta el día 6, visión que difiere de la que manejan las transnacionales de la minería, sus operadores "ejecutivos" y los propios gobernantes neoliberales que han decidido un "peritaje internacional" para que la cabecera de cuenca, Conga, se convierta en un montón de piedras y basura.

Por supuesto que la lucha de los frentes de defensa no se agota en el problema creado por la minería. Hay otros problemas en el Perú cuya solución solo podremos lograr a través de un proceso de transformación, lo que supone la unidad más amplia del pueblo y su organización política para asumir el poder del Estado. En ese proceso los frentes de defensa pueden ayudar a dinamizar la organización y lucha de las masas, la formación de nuevos dirigentes y líderes, especialmente promoviendo la participación de las generaciones jóvenes de obreros, campesinos, indígenas, intelectuales y estudiantiles.

En el caso del FDAC, su construcción y su actual unidad han sido facilitadas por la presencia del movimiento de las rondas campesinas democráticas, cuyo papel en la lucha contra la corrupción en el poder judicial ha sido importante en Cajamarca, diferente a las rondas organizadas por el Ejército para enfrentar a Sendero Luminoso y al MRTA, como aparatos paramilitares.


Lima, 8 de enero del 2012

 

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El Proyecto Conga es inviable y el Conga es intangible


José Ramos Bosmediano

 

Sobre la defensa de la inviabilidad del Proyecto Conga hay tres tipos de argumentación: el que se basa en el valor intrínseco de una cabecera de cuenca por su importancia para la preservación del agua y del medio ambiente, derivando, al mismo tiempo, en la permanencia de las micro cuencas y vertientes de agua hacia las cuencas que van al Pacifico y a la Amazonía peruana, argumentación que es comprendida por toda persona con básico conocimiento de la geografía física, orográfica e hidrográfica; el que viene de la práctica social, de la vida misma de los campesinos y sus actividades económicas sustentadas( desde los tiempos más remotos) en la presencia permanente de la humedad del suelo, el agua de las vertientes, la lluvia estacional y de los lagos, más la temperatura ambiente que se mantiene por la presencia de los elementos mencionados desde una altura superior a los 3 mil metros sobre el nivel del mar; y el argumento especializado de quienes, por su profesión y la seriedad que se espera de sus análisis, son requeridos para evacuar un estudio del impacto ambiental de determinada actividad (minera en este caso) en el espacio geográfico de las cabeceras de cuenca y otros ecosistemas vulnerables.

Ambas argumentaciones vienen siendo difundidas desde antes del estallido del conflicto y de las manifestaciones del pueblo de Cajamarca, frente a la arrogancia "doctoral" de los que se prestaron para la realización y aprobación de un denominado Estudio de Impacto Ambiental (AIE) promovido y pagado por la Newmont-Yanacocha, defendida hoy, increíblemente, por el gobierno del Presidente Ollanta Humala con una comparsa de algunos alcaldes y otras autoridades de Cajamarca.

La defensa de lo indefendible

Lo que dice la Newmont-Yanacocha no merece discusión, dice el gobierno, pues basta "despejar las dudas" que siguen teniendo los pueblos de Cajamarca sobre "las bondades" del proyecto minero rechazado por los más amplios sectores de la población organizada en el Frene de Defensa Ambiental de Cajamarca, sus bases y el propio Gobierno Regional.

Pretender "despejar dudas" sobre las pretendidas bondades de ese proyecto, uno de muchos otros que vendrán en la misma cabecera de cuenca, es defender lo indefendible y considerar que los que hoy luchan contra él no son sino cortos de entendimiento, "ignorantes" como en 2008-2009 dijera el entonces megalómano Presidente Alan García Pérez cuando los amazónicos, con su población indígena en particular, nos opusimos a sus decretos que ponían en bandeja de plata para los grandes inversionistas las tierras de esa gran región de aguas dulces, extensos bosques, tierras firmes y de vaciantes ("barriales") y una portentosa biodiversidad.

El análisis que hiciera el Ministerio del Ambiente (MINAM) bajo la conducción del entonces Ministro


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