Los Frentes de Defensa de los Intereses del Pueblo, su origen, significado y vigencia
(A propósito de la crisis del Frente Patriótico de Loreto –FP-)
José Ramos Bosmediano, miembro de la Red SEPA, del FREPOL, ex Secretario General del SUTEP
El día 7 de julio la Comisión Reorganizadora del Frente Patriótico de Loreto, en Iquitos, realizó el VI Congreso Ordinario de esa organización. Luego de haber discutido el Reglamento y las mociones principales, pasaron a elegir el Comité Electoral que debiera de dirigir la elección del nuevo Comité Ejecutivo del Frente. Sin haber participado en la discusión, un número apreciable de supuestos delegados del partido Fuerza Loretana, que gobierna la región Loreto, se pararon para tratar de imponer su propio Comité Electoral. Cuando la Asamblea buscó comprobar la representatividad de los delegados, esa inflada delegación empezó el tumulto y el insulto, dando origen a la suspensión del Congreso. Pero de inmediato se dirigieron a su local partidario y "eligieron" una supuesta junta directiva que fue "juramentada" por un funcionario del gobierno regional dirigido por Iván Vásquez Valera. La Comisión Organizadora fijó para el día 12 el reinicio del Congreso, pero nuevamente el grupo del gobierno regional copó las instalaciones del local del SUTEP, donde se realizan todos los eventos del Frente. Requeridos para desalojar el recinto, la turba empezó a agredir física y verbalmente a los dirigentes, boicoteando el certamen. Es difícil mencionar las atrocidades que perpetraron en el local sindical, incluso con objetos poco soportables a la vista y al olfato: un verdadero lumpen de un gobierno regional también lumpen. Y pensar que el Presidente Humala tiene hoy en Iván Vásquez a un aliado. Ambos se necesitan, indudablemente.
Desde su fundación, los Frentes de Defensa de los Intereses del Pueblo (FEDIP) han tenido que sortear algunos problemas propios de las organizaciones de frente único, en las cuales convergen variadas organizaciones sindicales y populares con la influencia, a su vez, de las fuerzas políticas que tienen presencia en ellas. Pero también los enemigos de los FEDIP, gubernamentales o no, en todo momento han pretendido anular su acción, dividirlos o convertirlos en su instrumento de poder para evitar que se conviertan en entes de fiscalización y de protesta frente a la falta de solución de los problemas de los pueblos del Perú, que son tantos. La discusión de posiciones políticas, de propuestas organizativas y de alternativas programáticas ha sido permanente, pero nunca ha llegado a poner en peligro la unidad y la institucionalidad de los FEDIP.
Sin embargo, el Frente Patriótico de Loreto, denominación que ha adquirido el otrora FEDIP Loreto, está hoy en una crisis que pone en peligro su propia supervivencia, crisis que señalamos brevemente en el "sombrero" de este texto. En esta crisis vemos un factor con el cual se trata de manipular a la población: el desconocimiento de la naturaleza de este tipo de organización de masas por un considerable sector del pueblo, hecho que obliga a explicar el origen, el significado y la vigencia de esta organización. Tal es la razón fundamental por la cual abordamos el problema en estos párrafos.
La lucha antidictatorial de 1968-1980 y la fundación de los FEDIP
El proceso político del Perú y América Latina de fines de los años 60 y durante toda la década de los 70 es la parte de nuestra historia en la cual se trató de aplicar el proyecto hemisférico de la Alianza para el Progreso de la administración del Presidente John F. Kennedy, quien encabezó la propuesta de realizar en los países latinoamericanos un conjunto de reformas liberales que redistribuya un segmento de la riqueza hacia los sectores pobres, proletarios y campesinos, a efecto de frenar y derrotar el avance de la lucha de los pueblos que amenazaban, como ocurrió con la Revolución Cubana (1953-1959), con traer abajo el orden capitalista oligárquico en nuestros países, mucho más cuando ya se habían iniciado luchas guerrilleras en algunos de ellos.
En aquel contexto político, en el Perú había fracasado el primer intento de aplicación del proyecto desarrollista de la Alianza para el Progreso con el primer gobierno del Presidente Fernando Belaúnde Terry (1963-1968), destituido por el golpe de Estado del 3 de octubre de 1968 por las Fuerzas Armadas con la jefatura del General Juan Velasco Alvarado y un grupo de otros generales que tenían una preparación militar y académica muy por encima a la de nuestros cuestionados, cuestionables y sentenciados militares de los 90 y de estos años. La dictadura impuesta en aquel año asumió la tarea política y el programa abandonado por el Arquitecto Belaúnde, le dio la coherencia de un nacionalismo burgués modernizante y liquidador de la herencia oligárquica y terrateniente de la vieja semifeudalidad que venía siendo golpeada por un vasto movimiento campesino por lo menos desde 1958-1966): recuperación de las tierras por los campesinos y luchas guerrilleras incipientes, como las del FLN y del MIR, principalmente. Las reformas liberales "radicales", sin embargo, se inscribían en un esquema que se denominó "ni capitalista ni comunista", es decir, una "tercera vía" que no sabían explicar, pues simplemente era capitalismo de Estado, desarrollista y burgués, por tanto, enfrentado a las fuerzas transformadoras de la sociedad, a las cuales solo podía satisfacer por un tiempo más con algunas concesiones laborales y la recuperación de ciertos rubros de la economía de manos de los empresarios extranjeros; por lo cual muchos, confundidos por el reformismo burgués, solían afirmar que vivíamos una "revolución" en el Perú, "la revolución posible, no la deseada", decían con resignación.
Mientras el régimen militar aparentaba gobernar para los trabajadores y el pueblo, los problemas históricos de la pobreza, la desocupación, el abandono de los pueblos del interior del país, la precariedad de la educación pública y de la salud, así como el aislamiento territorial de nuestra población empezaron a agravarse. Las masas del campo y la ciudad comenzaron a organizarse adoptando diversas formas, desde la organización sindical por los trabajadores con empleo fijo, hasta las organizaciones campesinas, llegando también el oleaje organizativo a los estudiantes y barrios de las ciudades más pobladas en las cuales las invasiones para construir precarias viviendas y barriadas se volvieron un verdadero vendaval humano, lo que le llevó a José Matos Mar, una década después, a calificar como "desborde popular" en su libro "Desborde popular y crisis del Estado".
Tal es el escenario en el cual la población del campo y de las ciudades empiezan a impulsar su propia organización para defender sus derechos y exigir sus reivindicaciones, con activistas y organizadores salidos de las filas de la clase obrera, de los estudiantes, de los maestros, de pobladores que carecían de vivienda en los llamados cinturones pobres de las ciudades. Es así como en 1969, en Huanta, Ayacucho, surge, según la mayoría de investigadores, el primer Frente de Defensa de los Intereses del Pueblo con motivo de la protesta frente al peligro de que se impongan ciertos pagos para la matrícula escolar. De este reclamo, que involucraba los intereses de los estudiantes y de los padres de familia, se fue dando forma a un FEDIP que amplió su programa de lucha hacia derechos económicos, sociales y políticos. Lo singular de este movimiento nuevo es que tenía como factor de impulso interno el nuevo movimiento de izquierda en desarrollo durante toda la década de los años 6O del siglo XX, factor común en la mayoría de los cientos de FEDIP que se fundaron a lo largo de los años 70. En Cajamarca, como algo muy particular, se sumó el surgimiento de un movimiento campesino democrático denominado "Rondas Campesinas", localizadas, primero, en Chota y Bambamarca, y que luego se extendió a las demás provincias de esa región hasta extenderse a La Libertad, Piura y Amazonas. Aunque con menor fuerza en estas últimas regiones. Era un movimiento campesino que ponía en tela de juicio al Poder Judicial y a la Policía en la lucha contra el abigeato, razón por la cual despertó el entusiasmo del campesinado y de estudiosos del movimiento campesino de Europa y Latinoamérica. Uno de los partidos de izquierda, el Partido Comunista del Perú "Patria Roja", dio a este movimiento ronderil una orientación política asignándole el papel de desarrollo de la democracia directa de masas.
No debe olvidarse, en este proceso de fundación y desarrollo de los FEDIP, la presencia de los maestros, especialmente luego de fundado el SUTEP (1972), comprometidos con su rol de animadores y organizadores y hasta dirigentes principales de este movimiento popular de frente único. En lo que respecta a Loreto, Ucayali y San Martín, fueron los dirigentes magisteriales del SUTEP los que más sufrieron la arremetida represiva de la dictadura militar de 1968-1980: el Profesor Manuel Vásquez Valera en Pucallpa, el Profesor Ábner Cotrina del Águila en San Martín, el grupo de maestros del SUTE Maynas conducidos al SEPA (¿conoce la juventud de hoy lo que era el SEPA?) durante la lucha por el Canon Petrolero (1974-1977) que fue conquistado por la lucha del pueblo durante la dictadura de Morales Bermúdez pero cuyos ingresos fueron aprovechados por un pequeño grupo que ha gobernando y sigue gobernando Loreto hasta hoy.
Es verdad que en algunos lugares la pequeña burguesía organizada en los colegios profesionales y en las cámaras de comercio e industria se sumó, en determinadas circunstancias, a la lucha de los FEDIP, según sus conveniencias concretas; pero, en general, estos grupos no han sido firmes en esa lucha, con la conocida y reconocida excepción, en el caso de Loreto, del Ingeniero y mediano empresario y gran amigo Antonio D'Onadío Lagrote, una excepción en casi todo el Perú. Reiteramos: han sido los trabajadores, los maestros en particular, campesinos, estudiantes, pobladores de los barrios, la base social fundamental de los FEDIP.
La base organizativa de los FEDIP estuvo y sigue estando en los sindicatos, en los comités barriales (no confundir con los Comités del Vaso de Leche o los Comedores Populares, que son organizaciones de comensales, generalmente manipulados por los gobiernos de turno para usarlos como apoyos sociales, por tanto, sin capacidad de luchar por algo más que una ración, sin conciencia social definida políticamente), las organizaciones campesinas en sus formas de federaciones y no fantasmas dirigidos por cierta gente que no vive en el campo, gremios de pequeños y medianos empresarios en las ciudades, como ya se dijo, en determinadas coyunturas. Las fuerzas políticas de izquierda en todo el país han sido las permanentes impulsoras de los FD; y las de derecha en algunas ciudades, mientras su partido no estaba en el gobierno, comportándose, sin embargo, contrarios a la organización y lucha de los FEDIP mientras su partido gobernaba el país o la región, llegando a afirmar que los Frentes de Defensa ya perdieron vigencia (¡¡).
La denominación de Frente Patriótico que asumió el FEDIP Loreto, en una nueva etapa de su reconstrucción a durante los últimos años de la década de los años 90, fue una iniciativa de los maestros loretanos con el Ing. D'Onadío Lagrote con el propósito de hacer frente a la revisión del Protocolo de Río de Janeiro de 1942, ampliando su contenido reivindicativo al ámbito de lo patriótico, a la defensa de la patria en términos de soberanía e integridad territorial. Ya aunque la dictadura fujimorista firmó el Acuerdo de Itamaratí el 28 de octubre de 1998, en el pueblo loretano los acuerdos tomados con el Ecuador siguen siendo, en gran parte, inaplicables. Además han surgido nuevas tendencias de intervención extranjera en la Amazonía a partir de las ambiciones de las transnacionales del petróleo y de las vías interocéanicas, amén de las ambiciones por el agua de nuestra Amazonía. No es correcto, como vienen planteando ciertas personas y grupos, que el Frente Patriótico de Loreto "ya no tiene razón de ser".
En lo que concierne a la presencia tumultuosa del partido del actual gobierno regional de Loreto, "Fuerza Loretana", su papel es el de una fuerza política que busca usar al FP como defensa de su gobierno frente a las acusaciones de corrupción que circulan en el ambiente loretano, lo que explican los métodos lumpenezcos con los que viene actuando para hacer su "propio" FP.
En el caso de la CGTP y algunas de sus bases, desde que surgieron los FEDIP su dirigencia tuvo un concepto de rechazo a los frentes o por lo menos de indiferencia, pues siempre ha considerado que la CGTP debería de dirigir la lucha de todo el pueblo, confundiendo el carácter de fuerza principal de una revolución al proletariado organizado políticamente, con el carácter de la lucha democrática del pueblo en una país donde se torna fundamental la forja del frente único con todas las clases oprimidas frente al poder oligárquico. En tal sentido, se pretende otorgar al sindicato (la CGTP es un sindicato, no un partido político, menos aún revolucionario) el papel de representante de todo el pueblo oprimido, lo cual es una concepción sindicalista, es decir economicista, de la lucha del pueblo. En el caso de Loreto y del Frente Patriótico, la reticencia de la CGTP regional a no participar en el frente (salvo "coordinación" previa, dicen sus dirigentes) es explicable por esa errónea interpretación de la lucha de clases en el Perú. El fracaso de la Asamblea Nacional Popular (ANP) fundada en 1989 en un gran evento con más de 3 mil delegados se debió a la competencia entre esta organización y la CGTP para tomar decisiones, siendo que en la dirección nacional de aquella ANP estuvieros la CGTP, los FEDIP de todo el país, el SUTEP, las Universidades del Perú, el campesinado (CCP) y los medios de comunicación. Me cupo la honra de representar al SUTEP en ese grupo de 6 dirigentes.
El significado y el papel de los FEDIP
En primer lugar, los FEDIP han surgido como organizaciones de frente único, es decir, unificando organizaciones naturales y otras con plena representatividad y con un programa de reivindicaciones políticas, sociales populares, como la defensa de las libertades, la libertad de los injustamente denunciados por supuestos delitos políticos y sindicales, el derecho a la tierra para construir la vivienda, el derecho a los servicios públicos (luz, agua, saneamiento ambiental, carreteras, escuelas y educación gratuita, salud gratuita, justicia y moralización de la administración pública). Como se ve, los FEDIP no pueden ser confundidos con los sindicatos, así sea la central más representativa de la clase obrera peruana.
En segundo lugar, los FEDIP son expresiones de la democracia directa de masas que se constituyen, al mismo tiempo, en Asambleas Populares Representativas para tomar decisiones y dirigir las luchas del pueblo.
En tercer lugar, los FEDIP son organizaciones deliberativas y ejecutivas, que toman sus decisiones luego de una discusión de quienes están organizados y, luego de tomarlas, las ejecutan usando métodos y formas de lucha adecuados a las circunstancias; por consiguiente, no pueden ser presionadas por ningún poder externo a ellas, ni partidos políticos y gobiernos de turno.
En cuarto lugar, los FEDIP son una forma de organización que adoptan las masas oprimidas en determinadas circunstancias y su permanencia depende de la correlación de fuerzas en cada coyuntura, de tal manera que su desarrollo no es rectilíneo sino dialéctico, pues hay momentos de auge, hay otros de reflujo, cuando no de crisis. Lo importante es saber orientar su organización y su lucha en cada momento. Por ejemplo, el auge actual de los FEDIP en determinadas regiones y pueblos tiene mucho que ver con los problemas creados por las transnacionales de la minería, hidrocarburos y concesiones forestales, principalmente. En otros momentos eran diferentes problemas, cuando las masas agitaban ¡tierra, agua y luz para las barriadas! Quienes observado el declive de la lucha de los FEDIP se permiten pontificar su "muerte" parten de una concepción rectilínea, por tanto idealista, no dialéctica de la realidad. No se debe caer en el voluntarismo que consiste en pretender que en todo momento los FEDIP pueden y deben hacer "grandes luchas"; pero tampoco en el derrotismo y la pasividad que llevan a esperar, con los brazos cruzados, nuevos tiempos para volver a luchar. Se lucha de diversas maneras, algunas de las cuales –siempre permanentes- son la agitación de las necesidades del pueblo, mantener la organicidad de los FEDIP, la formación política de nuevos dirigentes, la difusión de los planteamientos programáticos, como tareas que nunca pueden ser abandonadas por los dirigentes.
Los FEDIP siguen vigentes
Los pusilánimes, los que viven acomodados a la "bonanza" del crecimiento económico bajo el imperio del capitalismo neoliberal, suelen predicar el entierro de la lucha de masas, de los sindicatos, de las fuerzas progresistas y de izquierda, ergo, de los FEDIP. Especialmente los defensores de las grandes inversiones en campo minado han creído que los capitalistas iban a llenarse los bolsillos sin que nadie se atreviera a protestar. Pero el viejo topo de la lucha de clases sigue generándoles problemas en casi todo el sur y norte del país, principalmente en el ande. El auge del enriquecimiento con la minería y los hidrocarburos, no cabe duda, está a la orden del día. Los contratos firmados alegremente por Fujimori-Montesinos y avalados hasta hoy por los demás gobernantes no han producido la "bonanza" para los pueblos y los campesinos y para los propios trabajadores mineros. El medio ambiente está envenenado, se amenaza convertir a Cajamarca y otras regiones en un cascarón con algunos espacios para que la población sea apachurrada para seguir viviendo, todo se puede perforar y depredar a cuenta del canon y regalías. En este tipo de problemas se encuentran hoy accionando los FEDIP. Y no se diga que los demás problemas del pasado ya concluyeron o se solucionaron. Las barriadas siguen soportando la escasez de servicios públicos adecuados dentro de un sistema económico-social que ha degenerado en la violencia delincuencial hasta hoy imparable, incluido el narcotráfico y el robo al Estado en todas sus formas. En este ambiente de pocos ricos y una muchedumbre de pobres está la vigencia de los FEDIP. En tal ambiente se han reactivado y fortalecido los FEDIP.
En nuestra Amazonía, las condiciones para el fortalecimiento de los FD se han incrementado a partir de la lotización de la mayor parte del territorio amazónico peruano para la explotación de petróleo, también a partir de las grandes concesiones de bosques, del proyecto de un ferrocarril cuya iniciativa corresponde a los grandes empresarios brasileños y que el actual Presidente del gobierno regional de Loreto lo usa como propia para su campaña re-reeleccionista del 2014, el Presidente Humala amenaza con dragar el Amazonas, Marañón y Huallaga para hacer posible el ingreso de mega barcos extranjeros sin tener en cuenta lo que podría ocurrir con ese dragado permanente.
Los sindicatos, por sí solos, están incapacitados para enfrentar problemas de mayor envergadura que están más allá de las reclamaciones laborales. También los partidos políticos, fundamentalmente los que vienen gobernando el Perú desde 1821, de indudable corte conservador, no garantizan nada que no sea la generación de mayores desigualdades económicas, sociales y culturales.
Mientras no haya un gobierno nacional y gobiernos regionales de contenido transformador, los FEDIP seguirán siendo indispensables para luchar por nuestras aspiraciones, justas e históricas.
Resumiendo el significado y el papel de los FEDIP en el momento actual, señalaremos algunas ideas:
a) Desde el punto de vista estratégico, los FEDIP forman parte de las organizaciones y fuerzas que luchan contra el poder imperialista que hoy se enclava a través de empresas transnacionales con la complicidad y el aval de los gobiernos neoliberales; son parte de la lucha por la afirmación de la nación peruana como proyecto histórico de nuestra república inconclusa;
b) Desde el punto de vista táctico, de la lucha política actual, los FEDIP constituyen los elementos más próximos y dinámicos para la unidad de las masas oprimidas, de articulación de los sectores organizados para la lucha democrática del pueblo y el ejercicio de una ciudadanía realmente popular, diferente a la ciudadanía subordinada a las fuerzas políticas demagógicas, cuyas prácticas clientelistas limitan, cuando no anulan, la acción independiente de las masas;
c) Desde una visión programática, los FEDIP son hoy uno de los baluartes populares de la lucha por la defensa de la vida del Planeta Tierra en el Perú, no ajena a la lucha que libran los pueblos en Chile, Canadá, Brasil, Costa Rica, México, Argentina, entre otros;
d) Desde la perspectiva de la lucha del pueblo peruano, los FEDIP representan la posibilidad de promover la unidad más amplia en torno a los problemas concretos que requieren soluciones también concretas.
La vigencia de los FEDIP es, pues, indiscutible. Para ello podemos fijarnos algunas perspectivas y algunas tareas para reorganizar y fortalecer el Frente Patriótico de Loreto, pues su situación nos ha impelido a escribir este modesto texto.
Las perspectivas de los FEDIP
1. Sin la unidad del pueblo es imposible lograr soluciones, por lo menos coyunturales, para los problemas de los pueblos. Nuevamente la vigencia de los FEDIP es la clave.
2. Sin un programa y sin una plataforma de lucha que recojan las reales aspiraciones de las masas y de los pueblos será imposible orientar adecuadamente la lucha de los FEDIP: no caer en el sindicalismo ni el revolucionarismo.
3. En el programa general de los FEDIP deben ser considerados, entre otros, lo siguientes puntos: desarrollo integral y sustentable, educación y salud gratuitas, preservación y cuidado del medio ambiente, cambios constitucionales para superar el neoliberalismo, recuperación del papel del Estado en la explotación de sus recursos naturales, ciencia y tecnología impulsados por el Estado, justicia y bienestar para el pueblo.
4. La representatividad de los delegados en la organización de los FEDIP debe estar debidamente garantizada, provenientes de organizaciones realmente existentes en número adecuado al peso específico de cada organización sindical o popular. En cuanto a los partidos políticos, su presencia no puede ser mayor a la de los sindicatos y organizaciones populares de base, pues si fuera así, los FEDIP se convertirían en simples correas de trasmisión de los partidos. Que los delegados de los sindicatos y organizaciones populares, pertenezcan o no a cualquier partido político, no pueden anular su presencia si su organización los delega.
Iquitos, julio 20 del 2012