lunes, 25 de abril de 2011

Perú 2011: derrotar a la derecha neoliberal, al autoritarismo, al entreguismo y al pillaje



José Ramos Bosmediano

 

Se ha iniciado la campaña electoral de segunda vuelta que concluirá con las elecciones del 5 de junio entre dos candidaturas: la de "Gana Perú" con Ollanta Humala y la de "Fuerza 2011" con Keiko Fujimori. Todas las expresiones políticas organizadas más algunas personalidades han definido ya su posición frente a las dos alternativas.  Casi toda la prensa escrita, radial y televisiva se ha convertido en la herramienta de campaña electoral a favor de la candidatura de Keiko Fujimori.  Hay más de un 20% de la ciudadanía que aún no ha definido su opción de voto.


En un artículo anterior, durante la campaña de primera vuelta, señalamos que las cinco primeras candidaturas con mayores posibilidades de pasar a la segunda vuelta representaban dos alternativas distintas: por un lado, la de "Gana Perú" con Ollanta Humala, la alternativa democrática progresista, con un programa de ciertas reformas al neoliberalismo en curso, que no el "radicalismo" señalado insistentemente por la derecha para generar el miedo a ciertos sectores de la población; y la de los partidos "Fuerza 2011" con Keiko Fujimori, "Alianza por el Gran Cambio" con Pedro Pablo Kuczynski, "Solidaridad Nacional" con Luis Castañeda Lossio y "Perú Posible" con el ex Presidente Alejando Toledo; todos, con algunas diferencias adjetivas, posiciones neoliberales iniciadas en la década del 90 del siglo XX bajo la orientación del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y el denominado "Consenso de Washington".  Votar por Ollanta Humala era la única posibilidad de enfrentar, a través de las elecciones, la continuidad del dominio absoluto de los intereses más oscuros del capitalismo en el Perú. Con todas las limitaciones del programa de Ollanta Humala, no había otra alternativa que la suya.


El neoliberalismo fujimontesinista en la segunda vuelta


Así como las circunstancias de la crisis generalizada de la sociedad peruana y la mediocridad de las principales fuerzas políticas al finalizar la década de los 80 del siglo pasado determinaron el triunfo del más ruin de los gobernantes peruanos, Alberto Fujimori, hoy, con los mismos problemas no resueltos en el Perú y ante la creciente crisis de la democracia burguesa bajo dominio neoliberal, la hija del ex gobernante ladrón y criminal se ha impuesto sobre sus similares programáticos Kuczynski, Toledo, y Castañeda: la más mediocre de la mediocridad sobre los preferidos por los empresarios que pretenden eternizarse en el dominio de la economía peruana.  En última instancia, para estos, acostumbrados a valerse de las dictaduras militares o de los autoritarismos formalmente "democráticos", no importa que sea Keiko Fujimori la nueva cabeza de sus negocios en esta oportunidad.  Se jugaron por Kuczynski en la primera vuelta, pues, como viejo truhán de las finanzas, les aseguraba un fácil manejo de los negocios desde palacio de gobierno, igual o mejor que lo hecho hasta hoy por Toledo y García Pérez, y mucho mejor que Castañeda Lossio, cuyas limitaciones han quedado demostradas durante sus ocho años en la Municipalidad de Lima Metropolitana.


Nuevamente las circunstancias políticas y sociales del Perú han puesto a una candidata de la calaña de Keiko Fujimori.  Esta ha cosechado, qué duda cabe, los votos de una población anestesiada ideológicamente por el asistencialismo ("populismo" le llaman) que ha desarrollado el gobierno de su padre y del que ella formó parte hasta el día de su huida del país en el año 2000.  Su campaña electoral ha consistido en la distribución de regalos a esa población condicionada por las migajas que entregan los explotadores y gobernantes de turno, "política social" "a favor de los más pobres".  El otro sector social de su alta votación  es parte de la pequeña burguesía acomodada que ve en la continuación del neoliberalismo la seguridad de que no sufrirán ningún altibajo en sus ingresos, sin tener en cuenta lo que viene ocurriendo en Estados Unidos a partir de la crisis del programa neoliberal que fue llevado por George W. Bush a su máxima expresión de la especulación financiera que estalló como burbuja inmobiliaria en el 2008.  Otra parte de este mismo segmento de clase dio su apoyo a Kuczynski.


Que Keiko y la derecha neoliberal hayan obtenido más del 60 por ciento de la votación en la primera vuelta, es la manifestación de una situación de derechización de la sociedad peruana, de un conservadurismo político, social e ideológico, la hegemonía de una cultura pragmatista, individualista y adecuada al uso casi natural de los recursos del Estado en provecho de la corrupción generalizada que recorre el país de arriba hacia abajo.  El "roba pero hace obra" se ha arraigado en la conciencia social de una parte mayoritaria de la población.  Y Keiko Fujimori, como gobernante de los 90 del siglo XX, es la expresión quintaesenciada de esta ideología del pragmatismo más vulgar.  He aquí su ventaja sobre los demás neoliberales: lo que ha hecho el "chino", haría ella en esta nueva oportunidad.  Si los neoliberales no fueran hipócritas, podrían haber renunciado a su candidatura para apoyar la de Keiko Fujimori.  Para la segunda vuelta, con algunas excepciones, se han unido contra Ollanta Humala.


La candidatura de Keiko Fujimori defiende el programa neoliberal, que   resumimos en los siguientes planteamientos:

a) mantener el dominio del capital transnacional en todos los renglones de una economía primario-exportadora, especialmente minera y energética;

b) hegemonía de la economía financiera especulativa, ajena a la necesaria industrialización del país;

c) concentración y centralización de la gran propiedad y del comercio, conservando y consolidando los monopolios extranjeros y de un pequeño grupo de  empresarios peruanos;

d) consolidación de una burguesía agraria agro-exportadora y el mayor debilitamiento de la pequeña y media agricultura para el mercado interno;

e) la consolidación de la privatización de los recursos naturales, puertos, aeropuertos, vías de comunicación terrestres, educación y salud y la apertura a la privatización del agua para consumo humano;

f) destrucción de lo que quedan de los derechos laborales y permanencia del sistema laboral desregularizado con service, contratos personales sin derechos para los trabajadores;

g) más privatización de la seguridad social de pensiones y de salud;

h) mayor debilitamiento del Estado frente al poder de los grandes negocios y ausencia de toda capacidad estatal para, por lo menos, regular los procesos económicos privados. 


Este programa neoliberal es incompatible con una manejo honesto de la economía y de la administración del Estado, como ha quedado demostrado en estos últimos 20 años, de manera que la corrupción existente no solo se mantendrá, sino que se profundizará.


Tal es lo que espera al Perú si la derechizada población peruana, acicateada por numerosos y bien pagados periodistas, optan votar por la hija y cogobernante del más corrupto gobernante que ha tenido el Perú.  Que hoy haya declarado, desesperada como está, que el gobierno de su padre ha sido autoritario, no es más que una pose de "blanqueamiento político" para engañar a quienes han sido sometidos a un proceso histórico de alienación ideológica, sean o no conscientes de su situación.


                                                       Ollanta Humala o la tendencia progresista en el Perú


La candidatura de Ollanta Humala se ha venido perfilando como una alternativa política de tendencia antineoliberal al haber planteado, desde el 2006, recuperar el rol del Estado en el dominio de la economía, especialmente de los sectores estratégicos y los servicios sociales, usando la terminología "blanda" de la "inclusión social" que el Banco Mundial y el PNUD han generalizado para alejarse de la lucha por la igualdad social, término ligado a las luchas revolucionarias del mundo contemporáneo, incluso de la propia Revolución Francesa, el momento más importante de las revoluciones burguesas del mundo moderno.  Este planteamiento es parte de la tendencia latinoamericana hacia el enfrentamiento a las políticas neoliberales, tanto desde posturas socialdemócratas, como las de Lula (Brasil), Funes (El Salvador), Lugo(Paraguay), Mujica (Frente Amplio del Uruguay), Zelaya (Honduras), Correa(Ecuador), Ortega (Nicaragua), como desde posiciones más cercanas al socialismo, como las de Hugo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia.  Es lo que se denomina como tendencia al cambio, a la transformación económica y social en los países no solamente de América Latina, sino de todos los países dominados por el capitalismo actual.  El surgimiento de líderes como los mencionados, proclives a la lucha por un nuevo orden social, se explica por la inexistencia de fuerzas políticas revolucionarias que en otros tiempos encabezaban esa tendencia transformadora.  Frente a una derecha neoliberal dominante y la inexistencia de masas revolucionarias organizadas, los liderazgos progresistas y de izquierda representan los anhelos emancipadores de los oprimidos, sus aspiraciones democráticas y de cambio social, sus intereses de reivindicación en sociedades donde se han acentuado las desigualdades entre pobres y ricos, cada vez más profundas bajo la hegemonía neoliberal. 


Tal es la representación política de Ollanta Humala en el Perú.  Pero tal es también su debilidad al no sustentarse en masas organizadas para algo que no sean solamente la participación electoral, ya que, como ocurrió en Chile de los 70 del siglo pasado, la derecha empresarial y política, más allá de su derrota electoral, complotará para impedir que le quiten siquiera un milímetro de sus privilegios de clase explotadora.  Allende fue agredido en todos los terrenos, hasta la destrucción de su gobierno y de su propia vida y la implantación del neoliberalismo que hoy tiene a más de un millón de mapuches expulsados de su territorio ancestral, y a cientos de miles de trabajadores en condiciones de sobrexplotados, con la persona más rica del país (más de 2000 millones de dólares de riqueza personal) como Presidente, cuyas ingentes inversiones también están en el Perú.


La derecha neoliberal, al perder la primera vuelta con su candidato "estrella" Pedro Pablo Kuczynski, siente que su derrota en la segunda vuelta estaría asegurada, pues su eventual candidata Keiko Fujimori, por la hediondez política que representa, carece de suficientes posibilidades para derrotar a Ollanta Humala. Por de pronto, Mario Vargas Llosa, otrora ídolo intelectual y político de los nuevos dueños del Perú, se les presenta díscolo negando su apoyo a la hija del ladrón y criminal Fujimori, posición sentada en las páginas de El País, acaso el periódico español más leído del mundo. 


La derecha neoliberal y sus medios de comunicación se han propuesto profundizar la campaña de desprestigio contra Ollanta Humala, apelando a todo tipo de mentiras. Esta campaña debe ser tenida en cuenta para prever lo que esa derecha haría contra el eventual gobierno  del nacionalismo. 


No es verdad, como han dicho ciertos analistas políticos y hasta científicos sociales en sus columnas de opinión, que la lucha electoral actual se realiza al margen de las ideologías.  Hay una ideología neoliberal hegemónica que, a través de distintos mecanismos publicitarios, viene proclamando las bondades del libre mercado y la inutilidad de la participación del Estado en la economía, amén de toda idea contraria al liberalismo del siglo XVIII que hoy se ha trasmutado en neoliberalismo.  ¿Socialismo?, nada; ¿capitalismo?, todo.  ¿Reivindicaciones proletarias?, nada; ¿Ganancias capitalistas?, todo.  Así están planteadas las cosas, pese a que Ollanta Humala no plantea ningún programa radical.


Votar por Ollanta Humala es una necesidad política ineludible, incluso para quienes, desde posiciones liberales como las de Mario Vargas Llosa, sienten asco de la alternativa corrupta y delincuencial que representa Keiko Fujimori y su pandilla de malandrines políticos que están apareciendo con mayor desparpajo.  Votar por Ollanta Humala significa la posibilidad de recuperar los derechos laborales de los trabajadores tanto públicos como privados, frenar y revertir la privatización de la educación, la salud y demás servicios sociales, avanzar en la recuperación moral de las instituciones públicas y de la administración pública, seguir juzgando a los delincuentes que se han enriquecido asaltando los recursos del Estado, ejercer una política internacional digna e independiente del dominio imperialista, desarrollar una verdadera reforma de la educación y de la salud que reivindique los derechos de la población y de los maestros y trabajadores de la salud, defender nuestros recursos naturales y frenar la acción se saqueo por las transnacionales.


Quienes formamos parte del pueblo y hemos luchado desde nuestra juventud por los ideales de justicia social, incluyendo la transformación revolucionaria del Perú, enfrentando también a la dictadura fujimontesinista que nos reprimió de la peor manera, no podemos menos que apoyar la candidatura nacionalista de Ollanta Humala.  Hay una creciente tendencia a este apoyo incluso en quienes, durante la primera vuelta, se mantuvieron en posiciones eclécticas.


No es una definición por la revolución que el Perú necesita.  Es, sí, un paso político de lucha contra el depredador neoliberalismo.  Es una decisión democrática, patriótica, ética, cuyo desenlace exitoso abrirá mejores posibilidades para que nuestro pueblo, nuestros trabajadores y nuestros campesinos e indígenas logren avanzar en la conquista de sus reivindicaciones y en la organización de su lucha por un nuevo orden social.


Derrotemos el entreguismo, el autoritarismo, el saqueo neoliberal y la corrupción fujimontesinista.


Desarrollar la campaña casa por casa, barrio por barrio.  Realizar el trabajo de personeros en todas las mesas de sufragio. 

Hacer públicos los actos de entreguismo y corrupción de la dictadura fujimontesinista.


Demostrar ante la población la calidad de cogobernante de Keiko Fujimori durante la dictadura de su padre y exigirle que dé cuenta de los 6 mil millones de dólares robados al Estado, incluyendo el dinero entregado por Vladimiro Montesinos para que ella y sus hermanos estudien en Estados Unidos.


Organizar grupos o comités contra el fujimontesinismo y su candidata Keiko Fujimori, editando volantes a favor de Ollanta Humala, explicando a la población la razón del voto.

Lima, abril 25 del 2011

http://vanguardia-intelectual.blogspot.com

 

 

 

 

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Elecciones en el Perú: otra farsa neoliberal

 

José Ramos Bosmediano

 

De los once candidatos presidenciales y sus correspondientes listas parlamentarias, han quedado diez para las presidenciales,   pues el candidato de Fuerza Social, el Dr. Manuel Rodríguez Cuadros, renunció, sin que sea invalidada su lista parlamentaria.  De las diez candidaturas presidenciales que continúan en la contienda, solo cinco son consideradas como las  posibles de ser elegidas en la primera vuelta electoral del diez de abril, día en que se definirán las dos primeras para la segunda vuelta en el mes de junio.  Las seis restantes, consideradas "pequeñas" por su escaso número de posibles electores, no han sido tenidas en cuenta para el debate final el día domingo 3 de abril.

 

Al mencionado debate asistieron cuatro candidatos de las fuerzas abiertamente neoliberales: Fuerza 2011, de la fujimorista Keyko Fujimori Higuchi, la más incapaz e impresentable de las candidatas por representar a la dictadura Fujimori-Montesinos de la negra década de los 90 del siglo XX, plena de inmensos actos de corrupción y de crímenes de lesa humanidad por los que ambos personajes están en prisión, cuya libertad es el único objetivo real de la candidatura de la hija del dictador, la que también viene siendo juzgada por usar dineros públicos para sus estudios y los de sus tres hermanos; Perú Posible, del ex Presidente Alejandro Toledo, un neoliberal educado en Harvart y que no hizo más que continuar con el programa heredado del gobierno de Fujimori-Montesinos, lo que constituye más de lo mismo; Alianza para el Gran Cambio, del empresario y lobbysta Pedro Pablo Kuczynsky, partícipe de las responsabilidades gubernamentales de casi todos los regímenes, desde el primer gobierno del Sr. Fernando Belaúnde Terry de 1963-1968, asesor y consultor lobbysta de las transnacionales que han sido favorecidas por la venta de las empresas públicas y los contratos de explotación de los recursos naturales del Perú, amén de dueño de un grupo de empresas en los Estados Unidos, incluyendo una finca en el país del Norte, cuya nacionalidad le define muy bien como un peruano de nacimiento con espíritu estadounidense, que se expresa hasta en su deteriorado manejo del idioma español; Solidaridad Nacional, con su candidato Luis Castañeda Lossio, ex funcionario de la dictadura de Fujimori-Montesinos que dirigió el proceso de privatización de los servicios del Seguro Social y Alcalde de Lima Metropolitana por 8 años, cuya gestión viene siendo investigada por serios indicios de irregularidades en el manejo de los fondos públicos y en la construcción de obras sin ningún control estatal; Gana Perú, del Comandante del Ejército en retiro Ollanta Humala Tasso, que como candidato presidencial en el 2006, había planteado un programa antineoliberal que hoy ha definido como "economía nacional de mercado".   

 

Un debate insulso

 

El del 3 de abril, no fue un debate que revelara planteamientos importantes y novedosos como para que sea considerado como definitorio de grandes opciones para el Perú. El mismo esquema y los tiempos para las intervenciones, establecidos por los organizadores, no presentaron condiciones que exigieran a los candidatos algún esfuerzo para plantear sus alternativas.  Mucho menos cuando los candidatos carecen de una visión integral del país, a tal punto que los temas se redujeron a porciones de algunos problemas y, por lo tanto, les llevaron a establecer alternativas también parciales, repitiendo las mismas limitaciones de toda la vida republicana del Perú, con excepción del gobierno del General Juan Velasco Alvarado (1968-1975), que pretendió establecer en el Perú un sistema económico y social de desarrollo capitalista moderno con elementos del "Estado del Bienestar" de la Europa Occidental, propuesta que para la obtusa oligarquía peruana significó, simple y llanamente, "el comunismo".

 

Pero, en el debate se han expresado dos propuestas dentro del marco del neoliberalismo actual: la de los partidos abiertamente neoliberales (Fuerza 2011, Alianza para el Gran Cambio, Solidaridad Nacional y Perú Posible), que defienden el actual modelo sin modificaciones de ninguna índole, incluso sin afectar un mínimo las ingentes ganancias del gran capital internacional que se ha apropiado de las finanzas, la explotación minera y de hidrocarburos y del gran comercio, principalmente; y la del Comandante Ollanta Humala (Gana Perú), que sin renunciar a los parámetros neoliberales, busca introducir ciertas modificaciones para eliminar los elementos más brutales del ajuste estructural que el 8 de agosto de 1990 empezara a imponer la dupla Fujimori-Montesinos, programa que corresponde a los dictados del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, a los que hoy se ha unido la Organización Mundial del Comercio y sus Tratados de Libre Comercio.

 

En resumen, los partidos abiertamente neoliberales buscan consolidar más el programa neoliberal tal como lo está dejando el régimen aprista de Alan García Pérez; mientras que Ollanta Humala pretende introducir lo que ciertos neoliberales definen como "economía con rostro humano". 

 

Para los neoliberales conscientes o auténticos, todo cambio, incluso pequeño, es atentatorio contra el "modelo" en curso.  Todos ellos, durante el debate, presionaron a Ollanta Humala para que definiera cada paso que daría si fuera elegido Presidente de la República.  De igual manera, los grandes medios de comunicación y sus principales agentes, disfrazados de "comunicadores imparciales", fustigaron al candidato nacionalista por su supuesta herejía antineoliberal, campaña de larga data que ha obligado a Humala recular hasta mimetizarse en el espectro neoliberal.

 

La representación de clase y sectores de clase

 

Aunque el programa de "economía nacional de mercado" levantado por Ollanta Humala carece de una propuesta integral enfrentado al neoliberalismo, el espíritu de su discurso, aun con definiciones limitadas, representa reivindicaciones que las masas oprimidas sienten como urgentes, cuando el programa neoliberal arrebató casi todos los derechos de los trabajadores y convirtió a las masas en simples receptoras de "ayudas" para que  sigan superviviendo, como los cien soles mensuales para las familias que se hunden en la indigencia más indigna.  También acoge las reivindicaciones más sentidas de los trabajadores asalariados del sector público, gran parte de los cuales está sometida a condiciones laborales de precariedad, sin los derechos más elementales que contempla la OIT.  Ollanta, pues, con todas sus limitaciones, representa los anhelos de las grandes masas oprimidas: he ahí la fortaleza de su candidatura y del porqué ha ganado el primer lugar en las intenciones de voto para la primera vuelta electoral.  Es el mismo fenómeno del Brasil de Lula, de Zelaya en Honduras, de los Krishner en Argentina, de Correa en Ecuador, Evo en Bolivia, Chávez en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Lugo en Paraguay, Mujica en Uruguay, aunque luego de asumir el gobierno, no hayan sido todos consecuentes con sus alternativas de campaña, o que las fuerzas reaccionarias hayan promovido campañas de boicot, cuando no de golpes de Estado, como en el caso de Honduras y de Venezuela, con resultados diferentes.   

 

Los demás candidatos representan los intereses del gran capital internacional en el Perú, esas transnacionales que han convertido al Perú en una fuente de enriquecimiento ilimitado, haciendo "chorrear" las ganancias hacia la burocracia ejecutiva de sus empresas y a los dueños y operadores mediáticos de la gran prensa, incluyendo los programas de la TV privada, cuyos productores y conductores temen perder los privilegios económicos de que gozan.  Los candidatos del capitalismo salvaje que hoy compiten para enfrentar a Ollanta en la segunda vuelta electoral, ni siquiera representan los intereses de la burguesía nacional, cuya situación endeble ha llevado a esta a convertirse en testaferra de los intereses transnacionales.

 

En esta pugna no podía dejar de participar el escritor Mario Vargas Llosa, quien, fiel a su vocación neoliberal, trata de equiparar a Ollanta Humala con Keyko Fujimori, solo para favorecer a cualquiera de los candidatos que defenderían mejor el programa que, precisamente, dejara el gobierno de Fujimori-Montesinos.  Esta actitud filistea de Vargas Llosa pretende camuflarse en la defensa de una supuesta "libertad" que, para él, no es más que la libertad de empresa, aunque que busque utilizar la teoría del compromiso de Jean-Paul Sastre, cuyo compromiso nunca tuvo que ver con el imperialismo ni con el capitalismo, como sí tiene definido el compromiso crematístico del reciente Premio Nobel de Literatura.

 

Un voto político contra los explotadores

 

La confrontación electoral del diez de abril y, posiblemente la del cinco de junio, será entre la representación orgánica de la derecha neoliberal y los intereses imperialistas en el Perú, por un lado; y la representación, con todas las limitaciones señaladas, de los anhelos de justicia social de las grandes masas oprimidas, de los intereses nacionales por los cuales hemos venido luchando en el Perú, que encarna, en este momento concreto, la candidatura presidencial de Ollanta Humala. 

 

No está en juego, por cierto, el camino al socialismo que los revolucionarios buscamos, pero sí el enfrentamiento a las fuerzas más antinacionales y antipopulares que buscan perpetuar el Estado capitalista neoliberal.  Contra estas fuerzas votemos en estas elecciones generales.

 

Lima, abril 4 del 2011

http://vanguardia-intelectual.blogspot.com

 

 

 

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