viernes, 21 de mayo de 2010

Ollanta Humala: ¿ni derecha ni izquierda?

 

              José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en las América (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú)

 

Los que consideran que la política se divide entre izquierda y derecha están atrasados.  La verdadera contradicción ahora es entre los de arriba y los de abajo.

(Ollanta Humala, en Entrevista, diario La República de Lima, 13/5/2010, p. 6)

 

Por lo menos con mayor claridad, desde principios del siglo XX, miembros del antiguo Partido Social Demócrata Ruso, que asumía el marxismo y su línea revolucionaria como doctrina y programa para la lucha por el socialismo y el comunismo, y que tenía en Lenin a su principal ideólogo y organizador, abandonaron la ideología revolucionaria para fundar la social democracia internacional, renunciando a la teoría de la revolución socialista proletaria y confiando en la evolución del capitalismo para llegar, espontáneamente, al socialismo.  Esta posición obligó a Lenin a organizar el Partido Comunista Bolchevique y fundar la III Internacional.  Los Berstein y los Kautsky se quedaron con la II Internacional que hoy ha transitado hacia el neoliberalismo, encubriéndose en una supuesta "tercera vía", cuyo fracaso es hoy un hecho consumado (Blair, Clinton, González, etc.).   El APRA es, como se sabe, parte de este conglomerado, vislumbrado ya cuando Haya de la Torre, en los años "aurorales" del aprismo, ya se había comprometido con la socialdemocracia capitalista, deslumbrado por el desarrollo capitalista de los países nórdicos, desde donde escribiera un libro laudatorio del "capitalismo avanzado": Mensaje de la Europa Nórdica.

Los ideólogos de la derecha internacional avanzaron un poco más para eliminar la contradicción izquierda/derecha, desde la negación misma de la lucha de clases hasta afirmar que no existe derecha ni izquierda, planteamiento que en el Perú llevó al gobierno del General Velasco Alvarado a plantear su doctrina de la "revolución peruana ni capitalista ni comunista". Ya sabemos dónde fue a parar esa "revolución" y como la derecha peruana, con Morales Bermudes, primero, y con Belaúnde luego, empezó a desmontar todas las reformas que el liberalismo pretendía realizar para desarrollar un capitalismo moderno en el Perú.  Esa derecha, que niega la lucha de clases, sin embargo, no se cansó de acusar al gobierno de Velasco de "comunista", para generar miedo en la población y justificar sus propuestas de privatización del Estado que hoy marcha a todo vapor.

La "economía nacional de mercado" de Ollanta Humala

Ollanta Humala se ha convertido en un líder político que polarizó al electorado nacional en las elecciones generales del 2006, logrando generar una importante expectativa entre el campesinado, sectores importantes de los trabajadores, capas considerables de la población desocupada y una pequeña burguesía empobrecida por la reconcentración de la riqueza en la gran burguesía intermediaria y la pequeña burguesía acomodada (alta burocracia estatal, ejecutivos y empleados bien remunerados de las grandes empresas privadas nacionales y extranjeras). 

Un factor importante de su liderazgo fue su prédica antinoeliberal, aunque muy limitada a la nacionalización de ciertas empresas estratégicas, su nacionalismo frente a los problemas con Chile y un marcado deslinde con quienes habían entregado las riquezas del país a las transnacionales.  Su limitación se deduce de su omisión respecto a la lucha antimperialista y anticapitalista, por tanto, la ausencia de la opción socialista.  Aún así, en medio de la crisis y de la búsqueda de una salida política y económica frente a la plaga del neoliberalismo, el Partido Nacionalista Peruano aparecía como lo más cerca a las aspiraciones de democracia, de patriotismo, de justicia de las mayorías oprimidas del país, por lo que no es casual que el apoyo popular al PNP fuera más amplio y contundentes en las zonas más pobres del país, no así en Lima, esa vieja cuna del conservadurismo y de la traición por parte de las clases dominantes.

El otro factor que influyó en el apoyo popular a la candidatura de Ollanta Humala fue la ausencia de una fuerza de izquierda socialista, unificada, con liderazgo y con un programa definido, con un discurso firme y claro frente al programa capitalista del "libre mercado" que todos los candidatos de la derecha levantaban en nombre de "los más pobres" y de las "inversiones" que el Perú necesita para "crecer" y "combatir la pobreza".  Los sectores de izquierda, antes que generar una corriente socialista con perfil propio, se concentraron, y utilizaron  sus mejores aunque pocas energías, en buscar firmas y negociar alianzas con fuerzas que, al final, se fueron a donde tenía posibilidades de pescar representaciones parlamentarias, para luego abandonar al "vientre de alquiler" (PNP) y volver al lugar de donde habían salido: la socialdemocracia de derecha.  Tampoco es casual que el grueso de la militancia de izquierda, incluidos comunistas del PCP y del PC del P "Patria Roja", apoyaran a Ollanta Humala en aquellas elecciones, al margen de su dirección política.

Los dos factores mencionados siguen actuando en torno a la candidatura presidencial del PNP, aunque hoy las circunstancias tienen otros elementos que pueden disminuir el apoyo popular hacia la propuesta de "economía nacional de mercado", que dicho sea de paso, es una frase difícil de ser asimilada y comprendida por el grueso de electores.  Estos ven ciertos gestos del candidato, ciertas frases efectistas y su comportamiento cotidiano de "crítico" del gobierno de turno y de sus medidas políticas.  Pero el propio Humala ya no es el mismo "radical" del 2006.  Su discurso trata de disminuir el tono antineoliberal de su primera candidatura, concentrando su "esclarecimiento" en no abandonar la tesis del "libre mercado", presionado por la persistente prédica de la derecha, de sus medios de comunicación y de la necesidad de no "poner en peligro"  el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) ni  "hacer correr a los inversionistas extranjeros" con medidas "populistas".   En este clima se entiende bien lo que la entrevistadora de La República (Flor Huilca) logra hacerle decir: son atrasados los que dividen la lucha política entre izquierda y derecha; son supuestamente modernos quienes lo hacen entre los de arriba y los de abajo.

Fiel a esta formulación, que ni el Banco Mundial rechaza, bajo la asesoría evidente de economistas como Félix Jiménez, el planteamiento de "economía nacional de mercado" se ajusta muy bien a la prédica de adecuar el programa de gobierno y el manejo de la economía al respeto de las "leyes del mercado", que en las condiciones de la hegemonía capitalista en el país, son las leyes de este modo de producción que no deben, ni pueden ser modificadas, sólo "reguladas" para que los inversionistas "no abusen" y, más bien, actúen con "responsabilidad social". El propio Humala se está poniendo los grilletes neoliberales para que, en caso de ser elegido Presidente para el período 2010-2016, garantice nuevamente la vuelta de ese rinoceronte político llamado Alan García Pérez.  ¿Quién es el atrasado, Sr. Ollanta Humala?

¿Es verdad que ya no hay izquierda ni derecha?

Difícil es creer que Ollanta Humala haya estudiado una Maestría en la gloriosa Sorbona de París, cuyo espíritu académico, por más moderados que sean algunos profesores, no ha desterrado, por lo menos hasta hoy, el debate en torno a las posiciones que son de derecha y las otras, su contradicción, que son de izquierda.  Un reflejo es la propia lucha política en Francia, con partidos que no niegan su credo de derecha y otros que defienden sus postulados de izquierda, aun cuando haya una izquierda comunista y otra simplemente "socialista", como también se denomina en España el PSOE y el partido de Ricardo Lagos en Chile, etc. 

Izquierda y derecha en el mundo contemporáneo ha dejado de ser una distinción producida por el lugar en una Asamblea, como fue en la Francia revolucionaria de 1789 y su Asamblea Nacional.  La izquierda de aquel momento, con Robespierre a la cabeza, representaba al nuevo espíritu burgués que combatía la monarquía y su Estado feudal; y la derecha representaba a esa monarquía que se negaba a morir.  A medida que la burguesía triunfante en Europa y Estados Unidos acentuaba más su carácter explotador sobre los trabajadores y el pueblo, la posición de izquierda empezó a definirse, en la lucha práctica de las revoluciones de 1830, 1848 y en la Comuna de París de fines del siglo XIX, como opuesta al capitalismo, modo de producción y sistema social de los capitalistas; mientras que la derecha empezó a significar la defensa del orden burgués actual.  Que haya matices entre derechistas y entre izquierdistas, muchos de los cuales con denominaciones risibles, como "centro-derecha", "centro-izquierda" y otras que no se sabe bien ni a quién representan, no constituye la negación de ambos extremos.  Los ideólogos y dirigentes de la derecha tratan de hacer creer que izquierda y derecha no existen, pero no ocultan sus calificativos de "izquierdistas" a quienes, sin serlo, consideran que amenazan su dominio económico, como ha ocurrido con Velasco, el "demonio izquierdista" que les quitó sus propiedades.  Algunos capitalistas  más sagaces aprovecharon las reformas burguesas de Velasco para convertirse en empresarios más modernos y prósperos, los mismos que fueron luego los "doce apóstoles" del gobierno de Alan García.

¿No quiere ser de izquierda el Sr. Ollanta Humala?  No lo es.  Y no quiere serlo, hasta ponerse al margen de lo que viene ocurriendo en Venezuela por el miedo de que le llamen "de izquierda".

Y no lo es porque el postulado de "economía nacional de mercado" no es otra cosa de un capitalismo nacionalista limitado, pues no ofrece otra perspectiva que seguir manteniendo  el capitalismo en el Perú, "regulando" el mercado y "redistribuyendo la riqueza" hasta donde lo permita la tasa de ganancia (renta) de los inversionistas.  He aquí el límite de la posición progresista del Sr. Humala Tasso.

¿Y existen las categorías de "los de arriba" y "los de abajo" en la lucha política como forma avanzada de la lucha de clases?  En términos generales y como metáfora se puede usar para denominar la posición social  de los que tienen lo suficiente para vivir, más un excedente para el consumismo actual; y la de la gran mayoría que tiene apenas lo suficiente para seguir supervivendo, agregándose aquellos grupos que no tienen casi nada. 

Franz Fanon usó bien la terminología para designar a "los de abajo" como "los condenados de la tierra", y fue un luchador infatigable y consecuente, pero no logró formar una conciencia de la liberación de esos "condenados".  En la literatura también encontramos la denominación en la obra del Mexicano Mariano Azuela, Los de abajo, una de las novelas fundadoras de la narrativa social en América Latina.

Pero en la terminología de la sociología política científica ambos términos son imprecisos, prestándose para que cualquier demagogo se presente como "defensor de los pobres" y hasta  de "los más pobres", como solía decir  Alberto Fujimori Fujimori. En realidad, los de la derecha usan esa terminología para escabullirse de su credo y espíritu capitalistas, como Bill Clinton usó el término "tercera vía" para denominar su política a favor de las transnacionales.

Alan García tiene el mérito, el único en verdad, de decir abiertamente que sólo el capitalismo salvará al Perú.  Humala no ha llegado a tanto, pero su postulado y su rechazo a la contradicción entre izquierda y derecha son serios indicios de que esta jugando con fuego.

Izquierda y derecha definen, pues, posiciones a favor del socialismo o a favor del capitalismo, respectivamente. Las otras denominaciones, que Humala prefiere, encierran, a lo más, un sentimiento, una emoción, pero  no una definición programática, que es lo que se requiere para señalar adecuadamente el rumbo del Perú nuevo. Las denominaciones "los de arriba" y "los de abajo" pueden usarse para designar las dicotomías del pasado esclavista o del feudalismo, por lo tanto, no es un asunto solamente de hoy ni para hoy.  En cambio, izquierda y derecha definen lo que hoy es la confrontación política fundamental.

Iquitos, mayo 21 del 2009

Email: amazonayahuascaramos@yahoo.es

 

Fuente: http://vanguardia-intelectual.blogspot.com

 


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martes, 18 de mayo de 2010

Educación peruana: ¿revolución educativa aprista?

José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en las Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú).

 En las vísperas del fin del segundo gobierno aprista en el Perú, el Presidente Alan García ha decidido abrumar a los peruanos con una campaña propagandística a través de todos los medios de comunicación, avisos pagados e intervenciones personales en inauguraciones de obras públicas,  cuyo contenido es "demostrar" que está realizando una "revolución educativa" que nos llevará a convertirnos en los líderes de los países sudamericanos, predicando, como discípulo criollo de los neoliberales, la era del conocimiento, ¡también en el Perú!

Su vaticinio parte de algunas políticas educativas que viene aplicando desde el 2006: evaluación y capacitación docente, carrera pública magisterial con "meritocracia", municipalización de la educación, creación de "colegios emblemáticos" y un "colegio mayor" en Huampaní, construcciones escolares "emblemáticas", creación de nuevas universidades públicas y privadas y un "nuevo" currículo para la educación básica desde el 2009.

La frondosa propaganda de la supuesta revolución educativa tiene un escenario, sin embargo, bochornoso para su gobierno: la evidente putrefacción moral de su partido y su gobierno, con un trasfondo de políticas económicas y sociales en beneficio de las transnacionales y en perjuicio de las masas trabajadoras y del pueblo, sin mencionar la depredación de los recursos naturales.  No es muy fácil entender la incompatibilidad entre un gobierno corrupto, antipopular y entreguista (antinacional) y la realización de una "revolución educativa".

Tratemos de sintetizar las políticas mencionadas y su verdadero trasfondo neoliberal y distractivo frente al aluvión de inmoralidades administrativas desde las alturas.

Evaluación estandarizada y capacitación redundante

No estamos seguros de la identidad profesional de supuestos maestros que salen hablando en la propaganda televisiva sobre la gran significación de la capacitación docente que impulsa el Ministerio de Educación.  Un verdadero docente, capaz y deontológicamente digno, no podría prestar su imagen y su voz para hacer propaganda de una política educativa determinada.  Eso huele a una paga adicional, de por sí, denigrante, pues un docente lo que debe exigir es que se le remunere adecuadamente para que viva y trabaje con solvencia intelectual y moral.

La capacitación docente de la que se precia el gobierno aprista no es superior a la mediocre capacitación que ofreciera el fujimorismo con el nombre de PLANCAD, y mucho más inferior a la que diera el gobierno del General Velasco en los primeros años de los 70.  El denominado monitoreo es, apenas, un mero paso de los encargados por las escuelas para cumplir con el trabajo y justificar el contrato a plazo fijo.  Por otro lado, una capacitación de maestros en horario que alarga más el trabajo docente, luego de cumplir la jornada escolar, sólo puede producir más estrés en los maestros, abrumados ya por sus difíciles condiciones de vida.

La evaluación estandarizada ha sido ya enjuiciada por especialistas y no tiene nada que ver con una verdadera evaluación científica, pedagógica, sistemática, permanente, integral formadora y promotora de la carrera docente.  Se trata de una evaluación de conocimientos parciales y externos al propio desempeño docente en las aulas, con pruebas estandarizadas y empíricamente elaboradas, mañosamente corregidas y tramposamente utilizadas.  Se trata de una evaluación al margen de la práctica docente, que parte de un prejuicio: todos los maestros son "burros", pero quienes logran aprobar la evaluación programada se convierten, ipso facto, en los "mejores", inmediatamente después de conocer el resultado.

Carrera pública magisterial sin derechos laborales

Basada en las capacitaciones y evaluaciones tramposas y mediocres, respectivamente, la denominada "carrera pública magisterial" que establece la Ley 29062 sólo ofrece un salario mayor para quienes logran ascender en los niveles propuestos, promoviendo el ascenso de no más del 10% de los maestros a los niveles IV y V, en los cuales las "elevadas" remuneraciones están calculadas para quienes trabajan 40 horas semanales-mensuales.  Llegar a esos niveles supone invertir grandes cantidades de dinero para lograr maestrías y doctorados, confundiendo estos grados académicos con el buen desempeño docente en la educación básica, escondiendo, en realidad, el objetivo de incrementar la clientela de las universidades privadas, cuyas exigencias académicas son mínimas, por no aplicar otra calificación.

La carrera pública que está imponiendo el gobierno aprista no garantiza los derechos económicos y sociales de los maestros.  Es un esquema de desregulación laboral para los docentes.  Cada docente que se integra al nuevo esquema tiene, como todo derecho, su sueldo de nivel y no tiene el de reclamar mejoras salariales al Estado.  Tal es la "meritocracia" que muchos ministros han venido planteando en los últimos 25 años.   El engaño se descubre mejor cuando mediante una nueva Ley se autoriza a los profesionales de otras carreras integrarse a la docencia básica activa.  Volvemos al mismo pasado, cuando no existían maestros titulados en suficiente número.  ¡Al diablo la pedagogía!  Esta situación se agravará si prospera la propuesta de formar directores de escuelas nada menos que en cursos de administración y gestión, para que los maestros "no peleen por pretender ser directores". ¡La dirección escolar al margen de la pedagogía!

La municipalización de la educación para gastar menos en educación

Esta política educativa, tan nefasta para la educación en los países donde se aplicó desde los 90 del siglo XX, y de cuyo fracaso no se libró ni el "ejemplo chileno", es un recurso presupuestal para reducir el gasto educativo por el gobierno central, sin compensar el vacío por las municipalidades encargadas de la administración educativa.  Nada tiene que ver la pedagogía ni la tan mencionada "calidad" de la educación.   Es, también, un medio eficaz para  desregular más la profesión docente, eliminando, en gran parte, la relación laboral con el Estado.  No son pocas las municipalidades que acogieron con ingenua euforia la administración de la educación, pero que de inmediato empezaron a descubrir que el dinero ofrecido por el Ministerio de Educación no llegaba.  Cuando se toma una decisión sin conocer un problema, ni se conoce de educación, se puede caer en el engaño, creyendo que el dinero para la educación vendrá a chorros desde el Ministerio de Economía y Finanzas.  ¡Que lo digan los chilenos que experimentaron el abandono de 5 mil escuelas municipalizadas y privatizadas por Pinochet.

Colegios emblemáticos y colegio mayor

Ya dijimos en un artículo dedicado a los colegios emblemáticos que su creación significa solamente una política demagógica, buscando que la inversión que favorece a una población escolar que no llega ni al 5% de ella, aparezca como si fuera una política de universalización de la educación en el Perú.  La verdad es que siguen sin matricularse 2 millones de niños y adolescentes y, el 95 % de los matriculados, estudian en escuelas mal dotadas.  Ni más ni menos que lo hecho por el General Odría entre los años 50 y 56 del siglo pasado: una espectacular inversión en las grandes unidades escolares, que sólo llegó hasta ahí, dejando intacto el sistema educativo en crisis.

El "colegio mayor", cuyo director forma parte de ese conglomerado de la educación privada en el Perú, no es sino copia de los colegios mayores impuestas por España en sus colonias, dedicados a formar élites colonialistas de criollos en su propio país.  Actualmente en España, cuya educación sigue en crisis pese a la reforma iniciada en 1992, los colegios mayores abundan adscritos a ciertas universidades privadas y algunas públicas, dedicados a formar futuros estudiantes universitarios, en la misma universidad que los propicia.  Está claro el objetivo de segmentar la formación de niños y adolescentes peruanos, con el recurso demagógico de "los mejores estudiantes" de los 3 últimos años de la educación secundaria.  No es difícil, conociendo el comportamiento de los apristas, deducir los objetivos proselitistas a través de la selección de maestros y la formación política de los estudiantes a través del "colegio mayor" de Huampaní.

Las inversiones en infraestructura escolar

Indigna ver que los niños son utilizados para la propaganda demagógica que sobrevalora la construcción de nueva infraestructura en los colegios emblemáticos.  En ese campo, Fujimori fue superior con sus inauguraciones diarias, tan aplaudidas por la prensa adicta y por no pocos políticos neoliberales de aquellos años.  Por lo menos no utilizó a los estudiantes para sus fines proselitistas, como lo viene haciendo el Presidente Alan García.

El Perú requiere una nueva infraestructura educativa, y no solamente en unas cuantas escuelas.  Se requiere construir y reconstruir en todo el territorio nacional.  Lo que aparece como "gran inversión" hoy no es sino una ínfima proporción de lo que se requiere.  Por otro lado, por más gasto que suponga la nueva infraestructura educativa, el gasto no es permanente, como lo es el dedicado a mantenimiento, funcionamiento de equipos y las remuneraciones para los trabajadores en la educación y su capacitación permanente.  Con los bombos y platillos que toca el gobierno aprista para mostrar sus pocas construcciones escolares, oculta, en los hechos, el abandono de la escuela pública en su conjunto y la disminución sistemática del presupuesto para la educación nacional.

¿Y la creación de nuevas universidades?

Alarmados por la existencia de casi 100 universidades en el Perú, número mayor a las existentes en países con más habitantes y con un nivel académico superior al nuestro, algunos políticos y profesores universitarios, que nada dijeron cuando en 1996 el gobierno fujimorista promulgó el Decreto Legislativo 882, han empezado a cuestionar las autorizaciones para el funcionamiento de nuevas universidades.  ¿Cómo es posible que los parlamentarios, de todas las fuerzas políticas presentes en el Parlamento actual del Perú, se pongan de acuerdo ("consenso", dicen) para salvar al inescrupuloso fujimorista Carlos Rafo y a otros de la misma calaña, pero no puedan ni siquiera discutir la derogatoria del mencionado Decreto 882, llave maestra para que la privatización de la educación siga su marcha indefinida?

Los apristas, tan atareados en organizar la venta ilegal del patrimonio territorial, no recuerdan lo que su otrora compañero Luis Alberto Sánchez logró decir en el Parlamento del período 1963-1968 cuando hubo propuestas para nuevas universidades públicas: advirtió que no teníamos profesores idóneos suficientes ni para las universidades existentes, lo que hacía incomprensible pretender autorizar nuevas.  El afán de enriquecerse con la educación privada y hacer campaña electoral con la pública, está llevando a la mayor proliferación de universidades.

Lo que compromete al Presidente García es su demagogia cuando habla de elevar la calidad de la educación y de su "revolución educativa", con su sintomático "olvido" del Decreto 882 y la necesidad de su derogatoria.  Y no puede ser de otra manera porque el proyecto neoliberal de privatizar más la educación forma parte de su credo.

El "nuevo" currículo para la educación básica

Incapaz de romper con el pasado fujimorista, el gobierno aprista entregó al magisterio nacional un currículo denominado "integral", cuyo contenido es copia, con pequeños cambios, del currículo del 2005, copia, a su vez, de lo actuado desde el 2001; y éste, reproducción del "nuevo enfoque" fujimorista de 1995

Con la misma concepción constructivista, se trata de "superar" los criterios de competencia con los objetivos, pero sin definir bien ambos conceptos, lo que produce una seria confusión en quienes desarrollan el currículo en las aulas, los maestros.  La capacitación docente se sustenta en el constructivismo, cuyo fracaso también ha sido objeto de sendos análisis en América Latina.  

¿Qué otra cosa podemos pedir a un gobierno cuyo Ministro de Educación no pasa de ser un empresario de la educación privada, actividad que nada tiene que ver con la pedagogía, salvo el de programar las facultades de su universidad, los exámenes de ingreso y las escalas de pensiones para asegurar el promedio de la tasa de ganancia por ciclo?  En estos años, el real Ministro de Educación es el Presidente García, quien es el que "fundamenta" las políticas educativas que viene aplicando. 

Individualismo, pragmatismo, eficientismo y productivismo son los "grandes" valores que encierra el currículo vigente desde el 2009.

Si hay, ¿qué es una revolución educativa?

Desde el punto de vista de las ciencias sociales, el termino revolución se usa para designar cambios profundos e integrales en la estructura social de un país y, excepcionalmente, en el campo de la ciencia y la tecnología, vale decir, en las transformaciones que se dan en las fuerzas productivas humanas.  Una revolución se caracteriza por su carácter integral o marcadamente integral.  No cualquier cambio, por mas importante que pueda ser.  Cuando algunos científicos sociales hablan de revolución educativa se refieren a cambios precedidos por transformaciones estructurales de las cuales dependen, de tal modo que, sin ellas,  no sería posible entenderlas, como las ocurridas luego del triunfo de la Revolución Francesa, o luego de la Revolución Rusa de 1917, o la cubana de 1959, sólo para mencionar algunos ejemplos.

¿En qué elementos podría sustentarse la "revolución educativa" que menciona el Presidente García?  ¿En la economía primario-exportadora, en el mero crecimiento del PBI con dominio de la exportación de minerales, en el movimiento monetario comercial generado por los supermercados extranjeros, en el lavado de activos que compromete casi el tercio de la moneda circulante, en el proceso de la corrupción que genera grandes fortunas privadas, o en la ausencia de una política de ciencia y tecnología en el Perú?  Nada más demagógico que el planteamiento de que con los colegios emblemáticos y el colegio mayor y las demás mediocres políticas educativas estamos marchando a la "sociedad del conocimiento".

Para no prolongar más este texto, diremos que esa teoría de la "sociedad del conocimiento" encubre el hecho real de que quienes manejan las finanzas, la gran industria, el gran comercio y los servicios a escala planetaria, son los mismos que dominan la investigación científica y tecnológica puesta al servicio de los intereses de las transnacionales.  No hay, pues, una sociedad del conocimiento.  Lo que hay es una sociedad dominada por el modo de producción capitalista, en la cual los bienes intelectuales están al servicio de la globalización neoliberal.

En todo caso, en el proceso de la transformación de las fuerzas productivas desde una perspectiva revolucionaria, corresponde desarrollar un proceso educativo para promover dichas transformaciones.  Pero eso no puede hacer un gobierno como el del señor García, que defiende, más bien, la permanencia del capitalismo.

Iquitos, mayo 17 del 2010 


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