viernes, 26 de agosto de 2011

El Gobierno del Presidente Humala: ¿hacia la gran transformación?


               José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en las Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú).


 Como es de rigor constitucional en el Perú, el día de ayer jueves 25 de agosto el Primer Ministro del Gobierno del Presidente Ollanta Humala Tasso, el empresario Salomón Lerner Ghitis expuso ante el Congreso el Plan de Gobierno para el período 2011-2016 que fue esbozado  el 28 de julio próximo pasado por el propio Presidente.

Con la abstención de los fujimoristas y sin ningún voto en contra, el Pleno del Congreso otorgó  al Gabinete Lerner su voto de confianza, hecho nada nuevo en el Perú de los últimos 30 años.  La abstención del fujimorismo es mucho de que se podía esperar, pues esa fuerza política ("Fuerza 2011" se denominan hoy) no pasa de ser la rémora política más peligrosa para avanzar en el Perú hacia la recuperación, primero, de los derechos sociales, y para seguir avanzando hacia la transformación del Perú en una república con justicia, soberanía, desarrollo integral y bienestar colectivo.


Un Plan de Gobierno de recuperación inicial del Estado y los derechos sociales


Los planteamientos realizados por el gobierno a través de su gabinete ministerial recogen parte de las aspiraciones de la tendencia progresista que votó por la alianza Gana Perú en las dos vueltas electorales, principalmente la que la respaldó el 5 de junio del 2011 frente a la corrupta y entreguista candidatura de los Fujimori y sus socios de las transnacionales.

El planeamiento más significativo es la recuperación del rol del Estado en la conducción de la economía nacional, enfrentando, aun cuando sea tibiamente, la conducción neoliberal que viene desde los años 90 del siglo pasado, que convirtió al Estado peruano en una suerte de facilitadora para la apropiación de sus bienes empresariales y recursos naturales por las empresas transnacionales y ciertos monopolios de origen peruano que funcionan, sin embargo,  como intermediarios de aquellas.  El anuncio de la recuperación de Lote 88 del Gas, la construcción del Gaseoducto del Surandino, la búsqueda de un precio menor para el gas doméstico e industrial, la construcción de una industria petroquímica, el fortalecimiento y modernización de las empresas del Estado, la anulación del indignante "óbolo minero" que fue negociado entre el gobierno del APRA y las grandes mineras y el cobro de un impuesto adicional de casi 3000 millones de soles anuales (lo que demuestra que, sin mucho chistar, las transnacionales han cedido algo de sus inmensas ganancias, prueba de que no van a retirarse si se les cobra lo que deben pagar por destruir nuestro medio ambiente).  Hay que resaltar también la propuesta de la creación de una línea aérea de bandera para amenguar los abusos de ese monopolio llamado LAN, propiedad del Presidente chileno Sebastián Piñera, uno de los empresarios más ricos de América Latina.  Como se puede notar, estas políticas no tocan el modelo neoliberal en su conjunto, sino algunas de sus aristas más visibles.  Las transnacionales continuarán depredando nuestros recursos naturales, incluso con la aplicación de la Ley de Consulta Previa que acaba de promulgarse.  Además, no se ha planteado un nuevo sistema tributario que grave a la renta de los sectores con mayores ingresos, como lo vienen planteando los propios magnates de Estados Unidos y Europa, aunque ellos lo hacen para anticiparse a la rebelión de tantos indignados del llamado "primer mundo".  No hay duda que la gran transformación no se asoma por ningún lado, lo que no debe llevarnos a desestimar los esfuerzos del gobierno por recuperar, en parte, la capacidad del Estado como conductor de la economía nacional.  No obstante, eso significa que el gran conductor de la economía seguirá siendo el gran capital privado, la libre empresa, el libre mercado, la globalización capitalista neoliberal.  No se plantea un Estado por lo menos liberal, socialdemócrata, como el que se perfilaba, hasta los 80, en Costa Rica y Uruguay, hoy sometidos también a la ola neoliberal.  La burguesía nacional, representada en el actual gobierno por el empresario Lerner Ghitis, carece de la fuerza de esa burguesía nativa de los países que construyeron las modernas naciones europeas de capitalismo desarrollado. Queda demostrado, una vez más, que la hora de la burguesía para crear una nación fuerte y soberana ya pasó.  Es la hora de las fuerzas populares, de la clase obrera, de las amplias masas campesinas e indígenas, de los sectores progresistas de la juventud y los intelectuales.  Pero, con todas las limitaciones del programa propuesto, se abre en el Perú una nueva etapa en la lucha contra el neoliberalismo y la creación de mejores condiciones para la recuperación del papel de las fuerzas populares en la lucha por la democracia, la soberanía y el socialismo.

En lo que se refiere a los derechos sociales de los peruanos, no hubo mayores propuestas a las que ya el Presidente Humala había anunciado en su discurso de juramentación el 28 de julio: Pensión 65, Cuna Más, fortalecimiento del programa Juntos, a los que se agrega hoy el mejoramiento de la vivienda, a atención de la niñez y el aumento significativo del presupuesto para la salud y la educación desde el 2012.  Estas medidas, sin ser políticas integrales de desarrollo social y humano, servirán para disminuir coyunturalmente en algo la pobreza extrema, pero no disminuir las profundas desigualdades sociales que ha generado el neoliberalismo en el Perú.  Estamos frente a una propuesta de neoliberalismo "con rostro humano", caro a los planteamientos de la denominada "tercera vía" que, dicho sea de paso, ni en la propia Europa ha podido frenar el deterioro de la vida de los más pobres en esos países, como lo demuestran los casos de Grecia, España, Inglaterra, Portugal, la propia Francia, país en el cual los más ricos están ofreciendo una partecita de sus riquezas para ayudar al Estado neoliberal francés.


¿Y la educación?


Su crisis es evidente e insoluble desde las posiciones y políticas neoliberales.  La reforma educativa neoliberal, de 20 años de vigencia en el Perú, ha fracasado, como lo anticipamos en 1991, 1992 y 1995, cuando ejercíamos la dirigencia nacional del SUTEP.  Las nuevas generaciones de dirigentes magisteriales deberían  de revisar aquellos documentos de la década de los 90 a través de los cuales el SUTEP le salió al paso a cada propuesta y medida del régimen fujimontesinista de aquellos años. El SUTEP fue la única fuerza social organizada que desenmascaró la política educativa neoliberal, mientras "ilustres" "expertos" apoyaban esa reforma. Las políticas educativas neoliberales fueron consolidadas por los gobiernos de Alejando Toledo (2001-2006) y del demagogo aprista Alan García Pérez (2006-2011), encubriéndolas  con la Ley General de Educación 28044, la mal llamada  Ley de Carrera Pública Magisterial 29062, la municipalización educativa, la "educación inclusiva", el "Plan Lector", las evaluaciones estandarizadas, el Programa de Formación y Capacitación de Maestros (PRONAFCAP), EL Proyecto Educativo de Logros y Aprendizaje  (PELA).  Con un presupuesto educativo decreciente se dispuso la segmentación de los maestros y su incorporación a un sistema que tiende a desregular la relación laboral en el largo plazo.  La política educativa neoliberal reestructuró el currículo de la educación básica  restándole contenido humanista y científico, lo que ha devenido en un proceso de involución en la formación de la niñez y la juventud. Toda la reforma está en bancarrota, como lo está en el "modelo" del cual se calcó desde hace 20 años: el modelo chileno que hoy cruje ante el empuje de las masas estudiantiles, magisteriales y populares de la patria de Gabriela Mistral, Salvador Allende y Pablo Neruda.

Los planteamientos del gobierno del Presidente Humala son importantes pero parciales.  La anulación de la municipalización de la educación, planteada por el fujimorismo desde 1992 (Decreto Ley 26011), no solamente ha sido una exigencia de los maestros organizados en el SUTEP, sino que es hoy una necesaria rectificación a partir de lo que viene ocurriendo en Chile, donde esa municipalización educativa produjo más desigualdades educativas y el abandono de las escuelas municipalizadas y las privatizadas y subsidiadas por el Estado.  La revisión de la Carrera Pública Magisterial diseñada por el Banco Mundial para ahorrar gasto fiscal (ex Ministro de Economía y Finanzas del gobierno aprista, Luis Carranza, dixit) es, en realidad, una medida que no resuelve el problema de la conculcación de los derechos económicos, profesionales y sociales de los maestros.  En materia educativa, lo menos que debe  actuar el  gobierno es, en primer lugar,  la derogatoria de todas las leyes y decretos que configuran la reforma neoliberal y promulgar nuevos dispositivos con una nueva reforma de la educación que considere a esta como derecho social (que incluye lo humano) y servicio público universal, gratuito y de contenido integral, que elimine la privatización de la educación, devuelva al Ministerio de Educación su papel rector y conductor de todo el sistema educativo con  sus funciones técnico-pedagógicas y  de gestión administrativa.  Ningún sistema de becas, por lo demás, resuelve el problema de la falta de universalización de la educación en todos los niveles escolares.  Cuando un sistema educativo es democrático, las becas están destinadas exclusivamente a quienes se dedican a la investigación y a los que, por su elevado rendimiento y dedicación al estudio, requieren ampliar su formación académica y de investigación en centros superiores de verdadero prestigio, en el Perú o en el extranjero. 


Otras propuestas administrativas del Estado


La más significativa es la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, que debe convertirse en un instrumento para promover la investigación básica y la aplicada con miras a convertirnos en un país capaz de desarrollar sus fuerzas productivas humanas, científicas y tecnológicas, con una estrecha ligazón con el Ministerio de Cultura y de Educación, siempre y cuando las universidades públicas se conviertan en los puntales del desarrollo de la superestructura científica del país.  Ciencia, cultura y educación son, en todos los procesos de modernización contemporánea, la triada cuya interacción promueve el cambio educativo, la creación de una nueva cultura nacional y del desarrollo de la ciencia en un país.  Pero este desarrollo depende también de los encargados, comenzando por los ministros, de orientar los procesos, sin improvisar funcionarios ni designar a estos por ciertos méritos parciales que, sin embargo, no garantizan una visión de conjunto de los hechos.

La creación del Ministerio de Inclusión Social es positiva en cuanto permitirá unificar todos los programas sociales que buscan atenuar la situación de los más pobres, con la atingencia de que no acabará con la pobreza, pues esta solo puede resolverse cuando los peruanos desarrollen actividades laborales (trabajo) en condiciones dignas para alimentarse, vestirse, tener una vivienda digna y solventar sus necesidades culturales y de recreación.  Mientras estas condiciones no se den, seguiremos siendo administradores del asistencialismo. 

Otro tanto vale para la conversión del actual Ministerio de Justicia en Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.  La plasmación de los derechos humanos tiene su base en las relaciones sociales justas que deben imperar en una sociedad, donde los derechos al trabajo, a la educación, la salud, la recreación y el goce de los bienes culturales constituyen las herramientas para plasmarlos.  El principal derecho, el derecho a la vida, es indesligable de los derechos sociales, incluyendo los derechos llamados de tercera generación.  Empezando por el derecho a una justicia igualitaria para todos, gratuita por lo tanto, con jueces y fiscales dignos y justos, el mencionado Ministerio de Justicia recompuesto tendría la verdadera importancia que se le pretende dar.   Sin un cambio en su concepción y estructura, poco es lo que se puede avanzar.

Los cambios anunciados en la política penitenciaria, en Indecopi, en el SIS y la política  antidrogas, podrían dar buenos resultados aunque sin producir grandes cambios en sus estructuras sociales actuales.


Grandes carencias en el Plan de Gobierno


El Plan no dibuja, por lo menos, un proyecto de desarrollo agrario en el Perú del futuro, pues mencionar el aumento de nuestras exportaciones agrarias no dice nada sobre las masas campesinas sin tierra, la concentración y reconcentración de la propiedad agraria  en una burguesía agraria que explota a cientos de miles de asalariados con magras remuneraciones, la inexistencia de un verdadero Banco de Desarrollo Agrario para la pequeña y mediana producción en el campo, la inexistencia de una nueva política pesquera que se dirija al mercado interno en lo fundamental, nuevas relaciones laborales que se plasmen en un Código de Trabajo que garantice todos los derechos sindicales y laborales de los trabajadores peruanos. 

Estas y otras carencias son propias de un gobierno que ha concertado con las fuerzas de la derecha para poder gobernar los 5 años que manda la Constitución vigente.  Es una concertación, en realidad, con las fuerzas y los intereses neoliberales, especialmente con las transnacionales de la minería, del petróleo y de las grandes obras públicas.  Esla misma concertación de Lula da Silva con el gran capital transnacional e interno del Brasil.

Los límites impuestos al gobierno del Presidente Ollanta Humala proceden de poderosas fuerzas externas al Perú, empezando con las transnacionales que presionan, principalmente, a través de la CONFIEP y de la ANMP, cuyos voceros, desde el gobierno aprista, han venido sembrando el miedo en la población para que su voto favorezca a las listas de la derecha y, principalmente, a la lista encabezada por la canalla fujimorista.  El otro factor limitante es el conjunto de fuerzas de derecha, neoliberales, que han dado su apoyo al nuevo gobierno para impedir que este toque el meollo del programa neoliberal.  Internamente, el frente Gana Perú y el propio Partido Nacionalista del Presidente Humala carecen de estructuras y bases sociales significativas como para sustentar medidas económicas y sociales que vayan más allá del neoliberalismo actual.  También tenemos a los medios de comunicación de alcance nacional, cuyos periodistas  y columnistas, con algunas excepciones, hablan todos los días de los "peligros" que entrañarían para la estabilidad y el crecimiento del país medidas "más radicales" que hagan huir a los inversionistas, considerados como los hacedores de nuestro desarrollo, nada menos.  Estos factores darán la pauta al curso que tomará el gobierno en los próximos años. Y un factor interno que decidió la victoria del Presidente Humala, las fuerzas populares, carecen de la organización y la fuerza suficientes como para contrarrestar al neoliberalismo en acción.  La organización y la recuperación de estas fuerzas serían la única garantía para que el nuevo gobierno no se quede el lugar a donde ha llegado.

¿Y cuál sería el programa de gobierno para producir la gran transformación planteada por el Presidente Humala?  Será abordado en otro artículo.

Iquitos, agosto 26 del 20011.

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martes, 9 de agosto de 2011

Cruje el capitalismo, coletazo del neoliberalismo


                                                            José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red SEPA (Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú)

 

Como para ocultar la lucha de clases como fenómeno económico-social e histórico, los defensores del capitalismo pretenden presentar a los que protestan en casi todo el mundo como simples revoltosos, violentistas y hasta terroristas.  En todos los países donde las condiciones sociales empujan a las masas oprimidas a la protesta, los gobiernos capitalistas no hacen más que presentar su fuerza de choque, la coraza armada del Estado que defiende el sistema de explotación de la burguesía internacional.


Del "Tercer Mundo" al "Primer Mundo"


Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) el escenario central de las grandes protestas y luchas del proletariado, de las masas campesinas e indígenas, de los estudiantes y maestros fue, incluso con revoluciones triunfantes, en unos casos, y derrotadas en otros, el conjunto de los países del denominado Tercer Mundo o países dominados por el capitalismo de Europa Occidental y los Estados Unidos.


Los movimientos de liberación nacional y la lucha revolucionaria de inspiración socialista constituyeron las máximas expresiones de esa lucha de clases a nivel mundial contra el dominio imperialista en África, Asia y América Latina y El Caribe.


En África, los colonialistas, desde antes de la Segunda Guerra Mundial, se vieron obligados a aceptar la independencia de esos países mientras no ponían en peligro la presencia de sus capitales que saquearon ese continente desde el siglo XV hasta convertirlo en un escenario de pobreza extrema.


En Asia, el capitalismo debió enfrentar a la revolución china triunfante, cuyo proceso que duró más de 30 años se ha convertido hoy en el punto de referencia del poder mundial en los campos de las finanzas, del desarrollo industrial y del equilibrio militar bajo la jefatura del Partido Comunista Chino (PCCh).  Japón, con la incursión capitalista del siglo XIX y luego con el apoyo del capitalismo estadounidense luego de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en otra  potencia imperialista, pivote de aquel.  El mismo papel, aunque con menos fuerza, están cumpliendo Corea del Norte y el enclave de Taiwán, a donde huyó el derrotado ejército de Chang Kai-shek luego de su derrota por el ejército rojo del PCCh dirigido por Mao Tse-tung. La lucha revolucionaria de Vietnam debilitó mucho más la dominación imperialista en Asia.  En las últimas décadas, la división del mundo árabe ha contribuido con la incursión armada de los países imperialistas, incluida la de Europa occidental, a través de la OTAN y con la complicidad de la ONU, cuya permisibilidad la ha convertido en una organización que solo sirve para proclamar la paz permitiendo, en los hechos, la conquista armada a los países que no se avienen con los intereses de los capitalistas, explotación de la riqueza petrolera de por medio y fortalecimiento geopolítico de su dominio mundial.


Después del triunfo de la revolución cubana (1953-1959), en numerosos países latinoamericanos y caribeños la lucha por la independencia nacional se expresó en sendas epopeyas revolucionarias: Guatemala, El Salvador, Colombia, Venezuela, Uruguay, Perú, Brasil, principalmente, poniendo en peligro el dominio imperialista de Estados Unidos al sur del Río Bravo (cerca a la frontera México-Estados Unidos).  John Kennedy, gran estratega imperialista, ideó la Alianza para el Progreso y lanzó el programa desarrollista para contener las luchas liberadoras en América Latina, abriendo la posibilidad de promover en nuestros países ciertas reformas  que, a través de reformas agrarias y cambios en las relaciones de poder burguesas, se construyan estados modernos que neutralicen la lucha de clases en asenso peligroso para sus intereses.  La CEPAL, qué duda cabe, cumplió un papel importante en la promoción del desarrollismo y la sustitución de importaciones, muy funcional para la política de "seguridad y desarrollo" ideado por el gobierno de John Kennedy.


La crisis del desarrollismo de los años 70-80 del siglo XX en América Latina y del Estado del Bienestar en Europa, llevó a los países capitalistas a imponer el modelo neoliberal, primero en Inglaterra y Estados Unidos y luego en los demás países del mundo subdesarrollado bajo su dominio, siendo los países de América Latina donde con mayor fuerza se impusieron  el capitalismo de las privatizaciones generalizadas y la desregulación laboral.  Los países capitalistas más desarrollados de Europa siguieron manteniendo sus servicios sociales de educación, salud, cultura  y seguridad social sin mayores alteraciones, al tiempo que el consumismo de los Estados Unidos seguía su ritmo hasta estallar en el 2008. El "bienestar" del Norte se podía mantener en la medida en que el saqueo de las economías dominadas, especialmente con la explotación de las materias primas, la mano de obra barata y la succión permanente de la caja fiscal vía el pago de la impagable deuda externa, era impunemente permitida por los gobiernos al servicio de las transnacionales, tal como fueron los gobiernos peruanos desde la segunda mitad de los años 80 del siglo XX, por lo menos.

Hoy ha llegado a Europa y a los Estados Unidos, principalmente, el fantasma de la pobreza, la desocupación y, desde luego, la protesta, como expresiones de lucha contra los "ajustes estructurales" del capitalismo neoliberal que desde más de dos décadas ha venido aplicando en nuestros países.  Grecia, Portugal y España, los "eslabones más débiles" de la "Europa desarrollada, sufren los efectos de la medicina neoliberal que  están aplicando a nosotros los países dominados.


El gobierno de Obama se ha visto obligado  a implorar a sus contendores republicanos una ayudita para no salvar a su país de la insolvencia total y seguir viviendo de su base monetaria con valor, todavía, universal para las transacciones internacionales y hasta nacionales.


En Inglaterra los oprimidos, en pleno Londres, encuentran buenos motivos en la prepotencia del régimen policial de Su Majestad (asesinato de un joven taxista, sábado 7 de agosto 2011)  para protestar y saquear, demostrando que el hambre y la opresión sí pueden actuar como chispa para una eventual generalización de la violencia popular.


En la España, también de Su Majestad, los "indignados" resisten al programa de los "socialistas" neoliberales que han aceptado las imposiciones del Banco Mundial y de la Unión Europea, calco y copia del neoliberalismo y su globalización empobrecedora.

Noruega, que también adora a Su Majestad, no sabe cómo explicarse el crecimiento de una derecha fascista y el asesinato masivo de socialdemócratas que vienen cediendo, poquito a poco por hoy, a la presión de las transnacionales, creando un descontento inicial en las masas populares, aprovechado por el llamado Partido del Progreso, cuyo militante, Anders Behring Breivik, demostró con sus asesinatos del 22 de julio del 2011 cómo las clases dominantes más reaccionarias seguirán defendiendo sus privilegios eventualmente velados por el Estado del Bienestar.


Le ha llegado, pues, al "mundo desarrollado", la hora de beber de su propia medicina.  Las contradicciones del capitalismo extienden sus efectos a lugares donde, antaño, los ciudadanos consideraban que su situación era muy estable.  Sin ir muy lejos, la burguesía chilena, ensoberbecida por su "desarrollo", debe enfrentar las iras de los sectores estudiantiles, es decir, de la juventud que, por el conocimiento de los problemas de su país, ve más allá que los ojos de quienes gobiernan mirando solamente la cantidad de ganancias para sus bolsillos.

Los coletazos del neoliberalismo


No es extraño en la historia que los sistemas en crisis que  los eventuales administradores de esta sigan creyendo que su mundo no concluirá jamás.  Los luises de Francia, desde un siglo antes del estallido de la Revolución de 1789, no creyeron que su opulencia corría peligro ante el avance del descontento de campesinos y obreros y la advertencia de los hombres más  ilustrados de su tiempo.  Ni los últimos emperadores romanos pudieron prever el alcance de las rebeliones de sus esclavos que debilitaron al imperio hasta incapacitarlo para enfrentar a  los invasores "bárbaros". 


El neoliberalismo actual, pese a su crisis, persiste en seguir manteniendo el sistema de dominación que tambalea, la mayor concentración monopólica del capital y su persistencia en continuar invadiendo países.


Hasta la reacción nacionalista de algunos de los países latinoamericanos es, para los imperialistas, un atentado contra las leyes del mercado.  Ni las advertencias de Joseph Stiglitz, otrora servidor del neoliberalismo desde el Banco Mundial, merecen ser atendidas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos.


El capitalismo neoliberal está dando sus coletazos para seguir viviendo, no importa que los propios ciudadanos de los países más desarrollados se vean cada vez más marginados de la abundancia consumista de la clase dominante.


Los que apoyaron a todas las fuerzas de la derecha en el Perú durante los procesos electorales  del 10 de abril y del 5 de julio del 2011 pretenden hoy que el neoliberalismo no sea tocado en ninguno de sus elementos.  Después, si el gobierno de Ollanta Humala se ve impedido de cumplir con su programa de reformas bajo la presión de los neoliberales y las masas oprimidas del Perú se levantan a la lucha, estos mismos opositores culparán a aquel de todas las protestas que podrían estallar. 

Lima, agosto 7 del 2011.

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Chile y la educación: el “ejemplar modelo” en crisis



                                            José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red SEPA (Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú)

 

Ya pasaron dos meses desde el inicio de la lucha estudiantil en la república de Chile, como exigencia  para que el gobierno del ultraderechista y archimillonario neoliberal Sebastián Piñera cambie el sistema educativo que sigue vigente desde que lo impusiera, bajo una dictadura terriblemente criminal, el ya fenecido General Augusto Pinochet Ugarte, que además demostró su "patriotismo" con un cuantioso robo a las arcas fiscales  de la patria de Gabriela Mistral, de Pablo Neruda y de una clase obrera que luchó desde el siglo XX contra el sistema de dominación capitalista.


Durante toda la década de los 90 en el Perú, los diez ministros de educación que tuvo bajo su mando la dupla Fujimori-Montesinos no se cansaron de invocar el modelo de la reforma educativa chilena de Pinochet, continuada, durante 20 años, por la Concertación de "socialistas" y demócrata-cristianos, hasta que, cansado el pueblo chileno por una alternativa nada diferente en políticas económicas y sociales al modelo que heredó esa alianza, eligió a lo que podría llamarse aquí APRA-PPC-Fuerza 2011 y otros grupos neoliberales.  Sebastián Piñera venció en Chile porque la Concertación, a parte del formal Estado de Derecho, ya no podía seguir engañando con cambios que no pudieron hacer en 20 años.


Como es de suponer, un presidente que maneja gran parte de la economía chilena (también  del Perú, no hay que olvidarse) desde sus intereses privados, con una fortuna que no baja de los 3000 millones de dólares americanos, no podía ofrecer más que continuismo, tal como lo habría hecho el fujimorismo con Keiko Fujimori. 


La lección de Chile en materia educativa


La historia de la educación en América Latina, por lo menos hasta la década de los años 70 del siglo XX,  tuvo en Chile a uno de sus mejores ejemplos en el avance de la educación pública, al lado de Argentina, Uruguay y México. Cultura y educción constituyeron en Chile una unidad que llevó al profesorado chileno a desplegar un trabajo pedagógico y de organización sindical desde la década de los años 20 del siglo pasado.


Se puede decir que la educación chilena tiene un antes y un después tomando como línea divisoria en su historia educativa la reforma educativa neoliberal de la dictadura implantada con el golpe de Estado de 1973.  De una escuela pública de buen nivel, se paso al menoscabo de ella a través de un proceso radical de privatización y municipalización del servicio educativo; de la educación como derecho social, a la educación como elemento del mercado para el lucro de los inversionistas en el servicio; de un presupuesto educativo equivalente al 5% del PBI, a su reducción; de un profesorado de dedicación casi total al trabajo de la docencia, se llegó al desprecio por la carrera docente, a la que se la sometió a las evaluaciones estandarizadas, que también se aplican a los estudiantes para adecuarlos a supuestos "estándares internacionales" venidos de Estados Unidos y de los países de la OCDE (Europa).

Los parlanchines del Perú en materia educfativa, y no solo quienes anduvieron con el fujimorismo, repetían como papagayos las lecciones de la burocracia neoliberal de Chile.  Aun recuerdo un debate que tuvimos con el inefable Rafael Rey en un evento realizado en el Museo de la Nación en 1964, cuando el fujimorista del Opus Dei fungía de Presidente de la Comisión de Educación del denominado Congreso Constituyente Democrático, quien, cuando no pudo refutar los datos de la realidad educativa chilena bajo los efectos de la reforma neoliberal, abandonó la sala. 


La lucha posterior de los maestros y estudiantes, especialmente durante el gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010), demostró que el tan mentado "modelo educativo" chileno había fracasado.  Las profundas desigualdades económicas y sociales que ha generado el modelo neoliberal en ese país se refleja también en el campo de la educación chilena que hoy los estudiantes denuncian y exigen su transformación.


Ocultando los hechos objetivos de la reforma educativa chilena, nuestros gobernantes que juraron promover la "inclusión social" no han hecho otra cosa que copiar cada una de las políticas neoliberales, encubriéndolas con propuestas adjetivas y hasta yuxtaponiendo a la Ley General de Educación 28044, al decreto privatizador 882 y a la Ley 29062, mal llamada de Carrera Pública Magisterial, un Proyecto Educativo Nacional que, plagada de hermosas generalidades,  no contradice a aquellas.


Las exigencias de los estudiantes chilenos


La sociedad chilena está muy fragmentada.  El Estado está en manos de una clase burguesa que ha convertido a la educación en una mercancía, en instrumento de enriquecimiento, deteriorando los derechos de la gran mayoría de niños, adolescentes y jóvenes.  Ha impuesto un "imaginativa" manera de ganar más dinero desde las entidades financieras: el crédito educativo para la educación superior, tecnológica y universitaria. Esta alternativa ha rebotado en la cabeza de no pocos educadores y empresarios peruanos como una opción para superar la falta de financiamiento de la educación de millones de peruanos.  Lo que debiera de ser un derecho, se convierte en una vulgar transacción bancaria a futuro, de tal manera que el estudiante concluiría sus estudios profesiones con una deuda que le impediría, por lo menos,  un mínimo de bienestar.  ¿Y cuál es, entonces, el papel del Estado?  Promover más créditos educativos, es decir, aumentar las ganancias de los bancos a costa de los futuros profesionales. Este mecanismo neoliberal, en un país como Canadá, con un nivel de ingresos familiares superiores, propio de un país de elevado desarrollo humano (PNUD), ha aumentado el ausentismo de la juventud de los estudios superiores, lo que también viene ocurriendo en Estados Unidos.

Las exigencias de los estudiantes chilenos no son ampulosas.  Ellos están planteando al señor Piñera que las escuelas municipalizadas (abandonadas en realidad) pasen al Estado, al gobierno central; que el presupuesto de la educación debe ser integral, es decir, suficiente para toda la escuela pública; que se reduzca la educación privatizada y se fortalezca la escuela pública.


Por su parte, el presidente Piñera ofrece 21 medidas que no tocan ni un milímetro del sistema educativo vigente y en crisis por su evidente fracaso, siendo las más "espectaculares" dos de ellas: poner al Estado como garante del crédito educativo y formar una comisión para que "en los próximos meses" elabore una nueva propuesta. No serán los estudiantes los culpables para que la lucha continúe.


El Estado chileno actual, como expresión de una clase burguesa relativamente fuerte, no puede sino mantener el sistema educativo que ha elitizado la enseñanza ayudando a reproducir el sistema de dominación.  La respuesta represiva es la única alternativa de la ultraderecha en el poder mientras los estudiantes y los maestros de todos los niveles educativos no obtengan la solidaridad de los trabajadores y del pueblo.  Por hoy, siendo importante su lucha, parece como la única reacción de las clases oprimidas chilenas que buscan un camino diferente al del capitalismo.


Para el Perú, la lucha de los estudiantes chilenos es un ejemplo de lo que debe hacerse en materia educativa respecto a una nueva reforma educativa.  Si no se desmonta la reforma neoliberal, empezando por sus fundamentos constitucionales, poco se puede avanzar para resolver la crisis de la educación peruana.

Lima, agosto 5 del 2011

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