viernes, 13 de mayo de 2011

El fujimorismo y la educación peruana





José Ramos Bosmediano (educador).

 

Cuando falta menos de un mes para la segunda vuelta electoral (5 de junio), la derecha peruana neoliberal, de la más recalcitrante y de ideología fascista en lo político y fundamentalista (Opus Dei) en lo religioso, está desplegando la más sucia campaña electoral para asegurar la victoria del fujimorismo con Keiko Fujimori Higushi, y desbaratar la campaña del nacionalismo (Gana Perú) con Ollanta Humala Tasso.  Tan sucia es la campaña contra Humala que el propio Mario Vargas Llosa se ha visto obligado a escribir una carta de respuesta al fujimorista cardenal Luis Cipriani Thorne, propagandista abierto de la candidatura de la hija del criminal y ladrón Alberto Fujimori. 


Por factores que deben ser señalados y analizados, la candidatura del fujimorismo tiene un increíble apoyo en las clases oprimidas del país que, por su situación, deberían de apoyar a Ollanta Humala.  Que el apoyo venga de la burguesía y la pequeña burguesía acomodada (sectores medios altos), es comprensible y explicable, pero en el conjunto son una minoría  beneficiada del ingreso per cápita en un país de profundas desigualdades, que no llevaría a la candidata fujimorista ni al 20% de apoyo electoral. Este mismo sector minoritario apoyó a Vargas Llosa, mas hoy lo ataca con todos los insultos posibles, lo que significa que los privilegiados del Perú no tienen más intereses que el estómago y los bolsillos, así sea enriqueciéndose a través del latrocinio.


Por supuesto que en esta campaña electoral la educación debiera de ser uno de los asuntos más importantes, señalando lo que nos depararía un nuevo gobierno fujimorista.  Por lo que es necesario conocer, aunque sea en gruesas líneas, lo que fue la educación durante los 10 años de la dictadura de la mafia fujimorista.


La crisis de la educación peruana de fin de siglo (XX)


Desde los años 60 del siglo pasado la educación peruana necesitaba una nueva reforma, que los gobernantes de aquella década no podían ofrecer más allá de repetir lo que venía fracasando durante toda la vida republicana.  El gobierno militar del General Juan Velasco Alvarado trató de imponer una reforma de tipo desarrollista, modernizadora, pero atada a una suerte de capitalismo de Estado, inviable en un país dominado por el capital internacional, que no cesó pese a las nacionalizaciones del aparato productivo. La reforma educativa "velasquista" repitió las mismas taras de anteriores reformas: trasplantar ideas, métodos y contenidos de realidades ajenas al Perú, como fueron la Tecnología Educativa Sistémica y el neoconductismo.  Personalidades de gran relieve pedagógico como Augusto Salazar Bondy, Wálter Peñaloza Ramella y Emilio Barrantes creyeron que estaban trazando una nueva educación en el Perú. Su esfuerzo se estrelló contra la realidad.


Lugo de aquel fracaso, la crisis educativa se hizo irreversible al no mediar una reforma integral dentro de un nuevo contexto económico y social, que hasta hoy no llega.  Esa crisis histórica fue ocultada por el Banco Mundial al plantear, como lo hizo y lo viene haciendo en casi todos los países latinoamericanos, el reacomodo del aparato educativo a las condiciones del neoliberalismo económico, tanto en el financiamiento de la educación como en el contenido profundamente tecnocrático que viene del pragmatismo y sus esquemas de gestión empresarial para aplicarlas a la educación, llegando a las aulas con el aprendizaje por competencias para formar habilidades y destrezas (¡adiós al pensamiento crítico, a la visión humanista del mundo, etc.!)


El fujimorismo tomó (¿qué más podía hacer ese oscuro profesor de matemáticas que con muchas dificultades expresaba lo que pensaba?) el modelo del Banco Mundial que primero fue aplicado en Inglaterra, Estados Unidos y Chile.  No fue la respuesta adecuada a una crisis histórica y estructural de la educación peruana, sino a requerimientos coyunturales para los objetivos de largo plazo de la economía política neoliberal.  Si la educación en crisis ya no daba más, no era necesario resolverla, sino paliarla para convertirla en formadora de mano de obra barata para la nueva acumulación del capital en una economía primario-exportadora, que hoy tenemos bien diseñada y aprovechada por las transnacionales y sus socios internos. Resultado: la elitización de la educación como una de las expresiones de  las desigualdades sociales que han aumentado en el Perú con el programa neoliberal, desde el shock del 8 de agosto de 1990 y que se profundizó en los últimos 10 años de este siglo XXI.


Las políticas educativas del fujimorismo


La prioridad educativa número uno del fujimorismo fue la disminución del gasto estatal en educación, pues el programa económico neoliberal exigía ahorrar recursos para resolver los desequilibrios macroeconómicos, pagar la cuantiosa deuda externa y otorgar a los grandes empresarios mayor capacidad financiera para sus intereses privados.  Para reducir el gasto en educación, impuso las siguientes políticas:

·         Recortar los derechos económicos de los maestros, incluso congelando sus salarios y estableciendo "aumentos" que no pasan al monto de las pensiones, desde marzo de 1991;

·         Municipalización de la educación, intentada a través del decreto 699 (1991) y los decretos 26011, 26012 y 26013 (1992), que no pudieron ser aplicados por la lucha del SUTEP y la oposición de la mayoría de alcaldes;

·         La reducción de los gastos del Estado en el mantenimiento de los centros educativos, obligando a los padres de familia solventar esos requerimientos, aplicando la tesis del Banco Mundial del "financiamiento compartido" del gasto en educación;

·         Imposición del Proyecto Educativo Institucional que contempla el autofinanciamiento del centro educativo a través de los "recursos propios", aumentando los gastos de los padres de familia para los trámites en cada escuela;

·         Privatización de la educación en su conjunto, abriendo el mercado educativo a las personas jurídicas e individuales, convirtiendo a la educación en una mercancía, lo que ha producido, como se observa, una proliferación de escuelas privadas, desde la inicial hasta la superior universitaria y tecnológica, agravando más la crisis de la educación peruana;

·         Reducción de las atribuciones del Ministerio de Educación, encargando a terceros privados los procesos administrativos y hasta académicos (capacitación de maestros, elaboración de material didáctico, etc.);

·         Conversión de la administración educativa en gestión empresarial, cuyo objetivo esencial es buscar "recursos propios" para complementar el magro presupuesto educativo, que cayó del 4% del PBI promedio a fines de los 70 (ya muy insuficiente) al 2.8% en el año 2000, gestión empresarial que dio paso a un manejo corrupto de gran parte de los centros educativos;

·         Desconocimiento de la Ley del Profesorado en cuanto a los derechos de los maestros e inicio de una política magisterial agresiva, difundiendo la tesis de la incapacidad de los maestros, con la consiguiente implantación de evaluaciones estandarizadas para contratos y nombramientos, desconociendo el desempeño docente en el aula, bajo la lógica de que el maestro es el causal exclusivo de la crisis educativa, por tanto, carece de capacidad de reclamar sus derechos y, especialmente, una mejor remuneración, idea falaz que prendió en gran parte de la población y que el periodismo venal e ignorante ayudó a difundir;

·         Para capacitar a los maestros, el fujimorismo impuso su PLANCAD, una verdadera caricatura de capacitación que no pasaba de ser una medida demagógica para ocultar las políticas privatizadoras del régimen;

·         Política antisindical contra el SUTEP y los maestros, lo que se expresó con la calificación  de "subversivos" y "terrucos", llegando a dar una ley de "apología del terrorismo" para impedir toda actitud crítica de los docentes frente al régimen;

·         En la educación superior, el fujimorismo invadió militarmente las universidades públicas más importantes, persiguiendo a maestros y estudiantes, imponiendo rectores incapaces y corruptos y una evaluación estandarizada para reprimir a los docentes universitarios en el plano académico, amén de disminuir drásticamente el presupuesto de las universidades, obligando a éstas aumentar los costos de la matrícula y del uso de servicios en cada universidad;

·         Desde un punto de vista económico-presupuestario, con el fujimorismo el gasto educativo de los padres de familia pasó del 20% al 50% del gasto total, lo que hoy sigue manteniéndose.

Una segunda prioridad del fujimorismo fue la adecuación pedagógica de la educación al modelo económico neoliberal, en el sentido de poner a la educación al servicio de las grandes empresas privadas: trabajadores sin derechos laborales y sociales pero competentes para la productividad en una economía primario-exportadora y de servicios en manos de la empresa privada.  Así tenemos:

·         El currículo llamado de "nuevo enfoque", con la filosofía pragmatista del aprendizaje por competencias" y la metodología constructivista u operativa;

·         La reducción curricular a ciertas áreas "integradoras" pero que limitan y hasta suprimen aquellos conocimientos y capacidades para comprender críticamente la realidad, como la economía política, la filosofía, la psicología, concentrando el aprendizaje en el manejo de la comunicación básica y de las matemáticas básicas,  currículo que está produciendo egresados con serias limitaciones culturales y científicas, como se acaba de demostrar con estudiantes de estudiantes de universidades privadas, tan ponderadas por los neoliberales.


La crisis educativa continúa


¿Ha mejorado la educación peruana en los últimos 20 años de aplicación de la reforma neoliberal?  Los actuales funcionarios del Ministerio de Educación del actual gobierno vienen levantando hasta las alturas de la victoria los últimos puntajes obtenidos por los estudiantes a quienes se aplican las evaluaciones estandarizadas en lenguaje y matemáticas, ocultando que los pequeños aumentos en el puntaje dependen más de las circunstancias de la evaluación y del tipo de prueba, más que de la supuesta capacitación de los maestros y de la imposición de la nueva Carrera Pública Magisterial.  En realidad, la reforma educativa neoliberal sigue siendo aplicada por el gobierno aprista y lo fue durante el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006).  Los parámetros son los mismos.  El presupuesto educativo no llega al 6% como lo prometieron.  Se ha quedado alrededor  del 3%.


El fujimorismo ha demostrado que más allá de las recomendaciones (en realidad, imposiciones) del Banco Mundial, carece de un proyecto diferente al que aplicó en aquella década infame de su gobierno.   Su regreso  al gobierno significaría la continuación de la reforma neoliberal privatizadora, por tanto, antidemocrática.  Los mismos aplicadores de esa reforma están hoy listos para volver, como el ex Ministro de Educación Jorge Trelles Montero, que confundió la educación nacional con su academia preuniversitaria; como el Ministro Chang del gobernó aprista que confundió la educación peruana con su universidad privada San Martín de Porres. 


Con la inauguración de locales escolares con dinero donado, el fujimorismo quiso engañar al pueblo.  En eso, Odría fue superior.


Maestros y estudiantes, pues, debemos de rechazar la candidatura del fujimorismo representada hoy por Keiko Fujimori, quien, dígase de paso, sigue debiendo al Estado peruano por los gastos de su educación y la de sus hermanos.  Si la reforma educativa del fujimorismo hubiese sido buena, los hijos de Alberto Fujimori no hubiesen tenido la necesidad de ir a estudiar en otro país.  En realidad, su educación fundamental se dio en los refugios del SIN y del Pentagonito.  Todo lo demás es superficial.


Lima, mayo 10 del 2011
Fuente:
http://vanguardia-intelectual.blogspot.com