José Ramos Bosmediano
Ningún otro conflicto originado por la explotación minera en el Perú de estos tiempos, ha dado lugar, acaso, a un número considerable de artículos de opinión ni al despliegue espectacular de fuerzas represivas, policiales y militares en el lugar del conflicto, como viene ocurriendo en Cajamarca con motivo de la lucha de ese pueblo contra la viabilidad del proyecto minero Conga autorizado por el segundo gobierno del ex Presidente Alan García Pérez (2006-2011) y apoyado por el actual régimen del Presidente Ollanta Humala, cuyo discurso de campaña electoral fue de signo contrario al mencionado Proyecto.
Dos alternativas frente a frente
El hecho de que el entonces candidato Ollanta Humala Tasso se haya pronunciado a favor del agua de la cabecera de cuenca denominada Conga significa su conocimiento previo de lo que eso significa para Cajamarca y el país; más aún, quienes le ayudaron a elaborar su Plan de Gobierno, tanto el original como el contenido en su "Hoja de Ruta" para el "gobierno de concertación", no podían ignorar ese hecho, particularmente el ex Primer Ministro Salomón Lerner Ghitis.
Y nadie en el Perú que conozca los estragos ecológicos que ha producido la gran minería podría estar de acuerdo con extender la explotación de la Newmont-Yanacocha a las interioridades del Conga, destruyendo no solamente las cuatro lagunas sino todo el ciclo del agua en esa cuenca. Que el gobierno aprista haya aprobado el cuestionado y cuestionable Estudio de Impacto Ambiental (EIA), patrocinado por la propia transnacional y sus socios menores en el Perú (Sociedad Nacional de Minería y Petróleo), es explicable por el entreguismo al que llegó el viejo partido de Haya de la Torre. Pero que a esa misma posición haya llegado el gobierno del Presidente Humala, no solamente lleva a sospechar que hay de por medio no solo intereses subalternos, sino que traduce una abierta burla a los pueblos, militantes y activistas que dieron todo su esfuerzos para apuntalar su victoria electoral en esa región. Ese esfuerzo no tuvo una motivación personal en la mayoría que apoyó a Gana Perú, sino la convicción de que un gobierno que levantaba como bandera la defensa de los intereses nacionales era lo más plausible frente a toda la derecha neoliberal.
La definición de posiciones frente al Proyecto Conga confronta, pues, al gobierno actual con el pueblo de Cajamarca y con todos los sectores que enfrentamos al poder transnacional, neoliberal, y que supuestamente, hasta ayer, el Presidente Humala también enfrentaba. Esta confrontación no es tan compleja como lo pretenden presentar los que, desde posiciones supuestamente independientes, apoyan el Proyecto Conga de la minera y presentan el diálogo y el peritaje internacional como el mecanismo que definiría la viabilidad o inviabilidad del negocio que, por hoy, está suspendido bajo la presión de la lucha del pueblo.
El gobierno, la derecha neoliberal, los posibles mediadores para un nuevo reinicio del diálogo (uno de ellos, el sacerdote Gastón Garatea acaba de afirmar cuando un periodista le pregunta qué hacer con el abogado y dirigente del FDAC Wilfredo Saavedra: "Tener paciencia con él y dejarlo sin argumentos. Hay que ser tan convincente de modo que la gente se dé cuenta de que Saavedra no tiene razón". La República, 23/12/2011, p- 12) pretenden resolver el problema combinando el "diálogo" con la represión. Esta posición, que es de la mayoría de los periodistas de opinión, parte de la convicción de que el Proyecto Conga es viable con algunos toques al AEI cuyo tramposo contenido ha sido desnudado por el anterior Ministro del Ambiente.
Es fácil darse cuenta de que el gobierno ya tiene una posición definida y por eso busca excluir de su "diálogo" a quienes, como Wilfredo Saavedra, defienden la intangibilidad de la cuenca, e invitan a esa pantomima a los alcaldes y "dirigentes" digitados por el gobierno, como Atiliano López, para apoyar a la minera.
La cuestión central es el Proyecto Conga
La lucha del pueblo cajamarquino en este momento, impulsado y organizado por el Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca (FDAC), es la defensa de la cabecera de cuenca (Conga) que Newmont-Yanacocha pretende destruir para enriquecerse más con el oro del subsuelo. Se inició con pronunciamientos, petitorios, movilizaciones. Luego vino el paro de 24 horas (24 de noviembre 2011) que se convirtió en huelga indefinida ante el insólito pronunciamiento del Presidente Humala a favor del Proyecto Conga ("el Conga va", dijo), que exasperó a la mayoría del pueblo.
Que la minera y el gobierno pretendan canjear la cabecera de cuenca con determinadas obras públicas, inclusive con un "plan de desarrollo" para Cajamarca, no pasa de ser un recurso para convencer a la población que lucha consciente y consecuentemente.
Hasta este momento la prepotencia del militar y empresario Óscar Valdez, primero como Ministro del Interior y luego como Primer Ministro, ha fracasado en su intento de doblegar a los dirigentes y las masas en lucha. La nueva propuesta de diálogo en Lima para el 27 de diciembre significará la misma maniobra con otros representantes del gobierno. No agregará nada sustancial al problema de la contradicción entre las partes-.
Si bajo la presión de las organizaciones populares y de una opinión pública sensibilizada por la justeza de la lucha popular, sea admitido en el diálogo Wilfredo Saavedra, su posición, consideramos, seguirá siendo la misma de rechazo del Proyecto Conga. Como el gobierno y sus representantes mantendrán la defensa del Proyecto, el visto bueno para la transnacional estaría más que segura y, por supuesto, la continuación de la lucha emprendida por el pueblo de Cajamarca.
Todo lo demás, incluyendo las nefastas consecuencias que significa la destrucción de la cuenca, será responsabilidad del gobierno, sus funcionarios y de todos los que defienden los intereses de Newmont-Yanacocha. Hacer de conocimiento del pueblo esta realidad es parte de la orientación de esta lucha.
Para el gobierno vale más los escuálidos impuestos y salarios que pagará la transnacional minera durante 19 años que el desarrollo integral de la región Cajamarca sobre la base de su rica ecología. El espejismo neocolonial antes que una economía sustentable, de un lado. La preservación del medio ambiente y el desarrollo integral y sustentable, del otro. No hay término medio.